viernes, 28 de noviembre de 2008



Historia de un árbol Por mi amigo Sr. Noche


Más allá de las estrellas, en la Ciudad de la Luz, estaban preocupados. En la tierra, no sentían el ritmo de la vida. Enviaron al Espíritu que anima todas las cosas con un mensaje.


Lo dejó para que todos lo vieran. Las raíces, profundas; las ramas extendidas al Universo. Desde entonces, recorre las estaciones. En el verano, prodiga sombra y refugio. El otoño lo desnuda preparando su muerte. Luego, frío y silencio. Un día, su piel se abre; vuelve a ser semilla, promesa de flor, fruto y nido.


Colocaron presentes bajo sus ramas. No comprendieron pero el mensaje permanece.





Juan José Noche





Para los que creen, para aquellos que el dolor les endureció el corazón y no creen, para los que tienen la infinita necesidad de creer, es mi deseo, que un día cualquiera, su almanaque vuelva a cero, y puedan ser semilla, promesa de flor, fruto y nido. Felicidades, desde mi corazón mas lejos que cerca de este mundo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Centro Andaluz de las Letras ¡Feliz Cumpleaños!


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Querido CAL, y perdona este nombre, pero no me diste otro y yo olvidé preguntarlo, cuando el jueves pasado por la tarde me llamaste a mi casa, por teléfono para confirmar si Pitufinarosa iría a tu cumpleaños, tu décimo cumpleaños, a celebrar en el museo Picasso.

Te dije que sí, que iría sin falta, acababa de llegar de Granada, de unas jornadas y estaba algo cansada, tanto que no caí en dos cosas:

1ª Que el Centro Andaluz de las letras no tiene voz ni manos para llamar por teléfono.

2ª Que preguntaste por Pitufinarosa que no existe y por lo tanto ¿Cómo me encontraste?

Ya había recibido una invitación por carta a mi nombre verdadero y por correo, pero estaba tan cansada por unirse estos actos con otros...

Tu voz me decidió, a pesar de la noche oscura lluviosa, más propia de difuntos que de vivos. Voz masculina, dulce, sabia, temblorosa. Y allí fui, olvidando mi disfraz de pitufa, pero no importa mucho, por la calle vi tantos disfraces...Llegué con el tiempo justo de ver pasar a la sala a la Consejera de Cultura y me senté en primera fila porque las otras estaban ocupadas. Te busqué por la sala, con el oído, claro, pues solo sé tu voz, me pareció escucharla envolviendo un poema. Prueba que estuve allí, la negra noche, negro el escenario y los manteles, negro también el poema que a punto estuve de prestarle a Mª Victoria al decir que no había traído a Bécquer, yo lo llevo desde hace muchos años en mi corazón y pegaba esa noche más que ninguna:

Cerraron sus ojos que aún tenía abiertos

Cubrieron su cara con un blanco lienzo

Unos sollozando

Otros en silencio

De la triste alcoba todos se salieron...

¡Dios mío que solos se quedan los muertos!

Y así, luego la entrada al cocktail, la pitufa pequeña y perdida, impertinente en ese lugar de grandes, osé preguntar quién era la voz al teléfono y obtuve la misma respuesta : El CAL, seguía lloviendo y mi regreso a mi seta en mi bosque se presentaba arduo, no di contigo, había muchas voces, ninguna la tuya, no llegué a entrar, pues me sentía asustada.

Pero, pitufa rosa en un mundo de pitufos azules, desde aquí, mi lugar en mi pequeño bosque y dentro de mi seta, por esta gran ventana al mundo y sin miedo a Gargamel, quiere hacerte llegar este mensaje, cual naufrago, en una incierta botella:

Gracias por tu invitación y estuve allí buscándote en persona, acudí a tu llamada, querida voz.