sábado, 31 de diciembre de 2011

La Buha encontró al anhelado buho.

Y nació un buhito versado
experto en rimas y lunas
en Valencia será presentado
consultando a las estrellas
no habrà exposición más bella
¿Y el nombre de este buhito?
Primogénito embrujado.
¡Buena ventura al neonato!
cuyo nombre está escondido
detrás de este garabato.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

¡Feliz solsticio de invierno!

Entre hoy y mañana, esta noche, es la más larga del año en el hemisferio norte, para nuestra amiga Mabel es la más corta. Se culmina un ciclo, los árboles se preparan para la latencia, las semillas y los osos también duermen, nos espera un lánguido invierno, celebrémoslo al calor de los nuestros. ¡Feliz solsticio!

jueves, 15 de diciembre de 2011

Amor gigante.

 Ella está en África, en el norte, en Ceuta, esperando tumbada a su gran amor. Él está en el sur de Europa, en Málaga, yace tranquilo,también esperando el anhelado encuentro con su amada.
¿Y si están vivos? Su tiempo sería otro, una vida nuestra no alcanzaría para ver un minuto suyo.
Son tan grandes, tan majestuosos, que no podemos sino sentirnos insignificantes hormiguitas caminando por sus laderas.¿Serán dioses? o ¿simples mortales a los que una maldición les alcanzó convirtiendolos en montañas, petrificándolos y engrandeciéndolos ?
Son bellos, por eso me inclino a creer que eran dos amantes, con un amor prohibido que provocó la ira de los dioses, la envidia de los poderosos, el odio de los necios.

Pero el amor siempre deja rastro, se niega a desaparecer, por eso son hermosas y al caminante que se adentra en ellas le susurran al oido bellos sones, parece el viento, pero es su voz, sus voces.

Ella está en África, en el norte, él está en el sur de Europa, yacen tranquilos.
 María Teresa Cobos Urbano.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Atardecer

Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.

A veces la realidad se quiebra, el tiempo se dilata, y un instante es eterno. Las señales son varias, elementos extraños que no encajan, que no tienen ninguna lógica, que no siguen ninguna pauta, como ayer ocurrió, al salir del Colegio al mediodía, con un cielo un poco nuboso y una buena temperatura, impropia de Diciembre, venía caminano por la carretera, dentro del pueblo, estaba cansada después de toda una mañana trabajando duro, pues el trimestre se acaba, pero con la tranquilidad de que era viernes y tenía por delante un fin de semana de descanso, mi familia me esperaba en casa para almorzar juntos, y fue en ese momento incierto entre las 14.00hrs y las 14,10 cuando escuché un fragmento de ópera a mis espaldas, me volví y venía un descapotable rojo, del siglo pasado, con una mujer al volante y un hombre joven al lado, la mujer llevaba la cabeza tapada con un pañuelo que le ocultaba el pelo y flotaba en su cuello, llevaba unas enormes gafas de sol, el chico a su lado llevaba una gorra roja que también ocultaba parte de sus facciones, la música sonaba muy alta y me extrañó que nadie mirara al coche, había mucha gente caminando, tenían prisa como yo, pero me quedé embobada mirando y me pareció que iba muy despacio, y ningún otro coche venía, el chico me hizo una señal con la mano como un saludo, me dispuse a cruzar y no vi la moto que se me echaba encima, me esquivó en el último momento y vi que el pañuelo blanco de la mujer caía conmigo a mis pies y a lo lejos conduciendo el coche un cráneo calvo.
Todo quedó en un susto, el chico de la moto no se hizo ni un rasguño, yo no llegué a caer al suelo porque algo indeterminado me sujetó, nadie vio al coche rojo,nadie reclamaba el pañuelo como suyo.
Llegué a casa y abracé a mi marido y a mi hijo.
Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Las arenas vivas

Una gran mujer nos deja, investigadora infatigable. Su conferencia en la Coruña 2005 Las arenas vivas, dejó una profunda huella en mi. 
Ella me enseñó que la tierra junto con la Biosfera y la Atmósfera era un ser vivo llamado Gaia, Gaya o Gea y nosotros una pequeña célula sin importancia.
Que la vida en la tierra vino en forma de bacteria y permanecerá en esa forma  mucho después de nosotros. 
Que puede que Dios exista, pero no cree que sea hombre, anciano, de raza blanca y larga barba.
Que cuando el ser humano abandone la tierra definitivamente dejará un legado de miles de toneladas de indestructible plástico a no ser que acostumbremos a alguna bacteria a comerlo.
Gracias Lynn Margulis por tu tremendo trabajo. Descansa en paz.
¿Y tu Comella te sigues sintiendo una poderosa bacteria?

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Borges por espuma para Jimul

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma. Uno aprende que el amor no significa sexo, y una compañía no significa seguridad. Y uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos. Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema. Uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende. Con el tiempo también aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, extrañarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, ante una silla vacía, ya no tiene ningún sentido.

JORGE LUIS BORGES

Nota de Espuma: después de pensar y pensar qué escribir para y por Jimul, creo que esto de Borges, aunque ya estaba por ahí, es lo mejor, lo más idóneo, cada palabra, cada frase tiene tantísima importancia, tanto amor y sensibilidad, tantísima sabiduría. Si supiésemos vivir la vida, haríamos y pensaríamos todo esto que dice el maestro Borges, pero no sabemos o no podemos, quizá es que la vida nos lleva por derroteros tan dispares y difíciles, que a veces ya vivir es una odisea.

Con todo mi aprecio por un hombre que supo vivir lo mejor posible la vida, dando tanto cariño y aprecio, siendo tan amable y considerado con tanta gente, incluso sin conocerles, Jimul, con este nombre porque así le llamábamos por este mundo virtual en el que cada cual se pone el nombre que desea, este se lo puso él y para muchos siempre será Jimul.
Espuma

domingo, 13 de noviembre de 2011

Esperando a Jimul

Aún espero la llamada diciendo que sólo fue una broma, un malentendido y reirnos un rato de nuevo, celebrar una nueva obra, comprometer a todos a un nuevo proyecto, estimular cualquier tipo de creación, sabias ser pesado y único, no te valían las excusas...Que si estoy enferma...que si no tengo ganas...Vente para Zamora...
No, que no se conquistó en una hora... Y aquí te veo, con tu paraguas al revés y te imagino ¿Porqué no? viviendo tu vida al revés. Nunca comprendí porqué te gustaban tanto los micros, quizás intuías que no tenías tiempo.Yo llevo ya dos años avisada y sigo aquí encarando la vida con coraje y tu sin previo aviso te dormiste.Me recuerdo de tu cuento a Nofret que eligíó ser un espíritu libre y sé que si te dan opción, la negociarás y te quedarás con todos tus amigos, que somos muchos, haciendo travesuras.
Aún espero tu llamada...

domingo, 30 de octubre de 2011

Noche de difuntos

Esta es una noche para reirnos del miedo, buscando en el sótano de mi antigua seta encontré esto, espero que os guste y os asuste, pasaron 5 años...
Espíritus confusos.      

— ¡Don Pedro! ¡Ay, que desgracia tan grande, don Pedro! Pasó otra vez, pasó de nuevo... luego dicen que no pero nosotros, mi marido y yo, lo vimos con nuestros propios ojos.
— Corina... perdona pero ya te dije que yo no creo en almas en pena.
— ¡Ah, no! Eso sí que no, que no me diga usted que no. Anoche lo vimos otra vez, mi Fermín y yo, lo vimos, don Pedro, y le juro por las cenizas de mi padre, que era un ánima del purgatorio.
— ¿Qué visteis exactamente?
— La luz. Esa luz otra vez en el techo. Aparece a las doce de la noche y dura un rato. Mi Fermín y yo no paramos de rezar, porque esa ánima seguro que anda en pena y quiere que le recen. Ya fui a casa del señor cura, para encargarle una misa y...
—Tranquilízate mujer, vamos a hacer una cosa; esta noche duermo yo en tu casa. Quiero ver de una vez un ánima y si tú aseguras que...
— ¡Ay, por Dios y la Virgen! ¡Qué cosas tiene usted don Pedro! No me vacile usted que esto es cosa seria, cosa del otro mundo.
—Si yo no me burlo, que ya te digo que a mis cincuenta y cuatro años, aún no he visto ningún espíritu, y mira que los he buscado, pero nada...
—Pues esta noche, le aseguro que va ver uno, ¡se lo juro! Si viene usted a mi casa y se acuesta en mi cama, porque mi Fermín y yo nos vamos a quedar en casa de mi madre. Que estas cosas del Más Allá son cosas oscuras y yo no quiero saber nada, ¡ay, qué desgracia tan grande!
La noche cae y don Pedro, entre excitado y jubiloso, se dirige a casa de Corina. ¡Acaso esta noche vea por fin un ánima!  ¡Anda que no había él buscado contemplar un fantasma o algo del otro mundo y nunca lo había logrado!
Sí, como aquella vez que iba caminando, una noche enlutada y fría cerca del cementerio, que por allí pasaba el camino que llevaba al pueblo. Caminando y silbando iba él, cuando de pronto un ruido — ¡ssshhh!—, le hizo parar en seco. El corazón le comenzó a latir con fuerza, no lo negaba, tan cerca del camposanto y en mitad de la noche...—¡ssshhhh!— ¡ Otra vez! ¿Alguien me está silbando? Había pensado inmediatamente que algún gracioso quería darle un susto, pero sin dejar de cavilar que un muerto le hacía señales.
¡Ssshhhh!
¿Otra vez? ¿Quién anda ahí?—había preguntado, algo nervioso...
¡Sssshhh!, —le habían contestado.
Observó el cementerio, oscuro, apenas visibles las sombras de los cipreses, y su vello se erizó espontáneamente. ¡Coño!— se dijo— es un espíritu que me está silbando. Tantas ganas le entraron de correr y alejarse de allí, por el pánico, como tantas ansias, su curiosidad morbosa, le insistía en averiguar que eran aquellos sonidos.
Y se acercó al camposanto, —¡Sssssshhh!—, parecía que el sonido era cada vez más nítido, más cercando —¡Sssssshhhh!—, sí, habría de ser un alma, atormentada por sus pecados... —¡Sssssshhhh!— Estaba cerca, muy cerca... ¡ Puñeta!, ¡Le había caído agua a la cara!, ¡Lo estaban mojando!
Y entonces supo que era aquel sssshhh...
¡ Sssshhhhh!—sonó otra vez— ¡ Jesús! ¡Era sólo una tubería de agua; el acople de una tubería que estaba un poco desencajada!
Don Pedro, estaba ya llegando a casa de Corina, mientras sonreía recordando el incidente de la dichosa tubería y su terror... en verdad, que nunca había podido comprobar que existían los espíritus, por ello, no creía en los espíritus.
— Entre, don Pedro, entre —le dijo doña Corina, semioculta detrás de la puerta. Mejor que nadie se enterara de todo aquel trastorno, preferible que la gente no andara metiendo sus narices.
— ¿Dónde está tu cuarto?
— ¡Ay, Don Pedro, es aquel del fondo! Yo no entro, mi Fermín está cenando, ahora viene.
— Bueno... pero me habéis de decir dónde sale esa luz. Ya van a ser las doce.
— ¡Fermín! ¡Ven acá que ya llegó don Pedro!
Ahí aparece Fermín, la cara pálida, el caminar vacilante.
— Pero, hombre, ¿cómo tienes tanto miedo?
— Don Pedro, le aseguro que ahí dentro hay un ánima.
—Bien... ya abro la puerta.
— ¡Cuidado!
— ¡Coño, me estáis asustando! ¿Dónde es que aparece la luz?
—Allí en el techo... espere un poco, ya la verá.
Minutos pasan que parecen siglos.
—Pues yo no veo nada.
—Espere, espere... ¡Mírela! ¡Mírela en el techo! ¡Ay, san Policarpo bendito, ampáranos! —aúlla Corina santiguándose. 
¡Coño! Pues es verdad que hay una luz, mortecina y permanente... ¿qué...?
— ¡Ay, qué ánima atormentada será esa luz! ¿Qué quieres ánima bendita?, ¿Misas? ¿Rezos?
— Cállate Corina, que me estás poniendo nervioso...
El piso, la luz sale del piso... el piso es de tablas, que están ya muy viejas y con agujeros por aquí y por allá.
Don Pedro, tapa con su pie el agujero por donde sale la luz.
— ¿Veis ahora la luz? —comenta burlón.
— Ahora no... —balbucea Corina.
Don Pedro quita el pie y la luz se refleja de nuevo en el techo.
— ¿Y ahora?—pregunta.
— ¡Ahora sí! —grita la mujer mientras el marido, desencajado, no dice palabra.
— ¿Quién duerme abajo, Corina?
— ¿En el sótano?, mis chicos.
—Diles que apaguen el quinqué y ya no veréis al ánima esa... ¡coño!
Y don Pedro sale del cuarto; rabioso, defraudado. ¡Otra vez fue sólo una ilusión! ¿Cuándo diantre iba él a ver un espíritu?
— ¡Si no existen los espíritus, carajo! —se recriminó enseguida, indignado ante su obstinación de aspirar a conocer algo imposible.
En la habitación de Corina y Fermín, la fosforescencia mortecina sigue en el techo pero el matrimonio se acuesta tranquilo; en cuanto los chicos sofoquen el quinqué se apagaría la luz. No saben que los muchachos duermen ya a pierna suelta desde hace rato y en tinieblas absolutas.
La luminiscencia se agranda en el techo formando una silueta nebulosa que ondea sobre las cabezas del matrimonio que ya duerme apaciblemente. Corina se tapa con el cobertor instintivamente; hace frío, mucho frío…             Fin.
Espuma.
EL MUERTO FUMADOR
 
Elvirita, de mediana edad, era una mujer poco agraciada, más bien corta de estatura. Resaltaban en su cara unos ojos prominentes que casi salían de sus órbitas cuando ponía vehemencia en sus relatos. Hablaba y hablaba. Tanto hablaba Elvirita que desesperaba a cualquiera, pudiendo pasar con pasmosa facilidad de un tema a otro sin apenas dejar al interlocutor introducir alguna frase. Había amigas y conocidas que le huían, y cuando la veían allá a lo lejos, torcían por la primera esquina para evitarla. Decían en el pueblo que era capaz de aburrir al  caballo de un columpio. Cierto.
Pero, además, hablaba a tal velocidad que por momentos apenas se le entendía. Gesticulaba a más no poder para apoyar su discurso, llegando incluso a golpearte el pecho en las fases estelares de su paroxismo verbal.
Aquella mañana de verano Diego paseaba tranquilamente leyendo el periódico. Absorto en su lectura, fue sorprendido por el atronador saludo de Elvirita.
-          Hola, Dieguito, cómo me alegra verte. Hace tiempo que no tenía el gusto de charlar contigo. Como no viniste al funeral de mi padre…
-          Oh, perdón, no sabía que tu padre…
-          Sí, sí, mi difunto padre, que en gloria esté, murió hace ya más de dos meses. Lo que pasa es que como tú vives fuera no te has enterado. Sabrás que el pobrecito padecía de los bronquios desde hace mucho. El tabaco se lo ha llevado por delante, pero era la única distracción que le quedaba. ¿Cómo íbamos a negarle ese placer? Una semana antes de fallecer el ahogo era terrible. Apenas si podía acostarse, y las noches las pasaba sentado en la butaca, con el oxígeno en la nariz y el cigarro entre los labios.
-          Pero con el oxígeno…
-          Ya lo sabía, no me interrumpas. Todo el mundo sabe que tomando oxígeno no se debe fumar porque puede explotar la bombona, pero yo no tenía arrestos para prohibírselo. Además, pienso que la nicotina es menos mala si lo que entra en el pecho es humo oxigenado.
-          Ah, en ese caso…
-          Pues así es. Lo cierto es que el pobrecito casi no podía respirar. Angustiaba verlo con los codos apoyados para conseguir meter algo de aire. Era como un fuelle muy estropeado. Qué lastima daba. Así que no tuvimos más alternativa que llevarlo al hospital. Lo metieron en la ambulancia igualito que como estaba en el dormitorio, con el oxígeno y el cigarro. El practicante tuvo intención de quitarle el ducados de la boca, pero mi padre sacó fuerzas de donde pudo para lanzarle una fulminante mirada que le hizo desistir al momento.
-     ¡No me digas…!
-          Claro que te digo, ya sabes que él era un hombre de carácter fuerte. No se le podía llevar la contraria, incluso en circunstancias terminales como te estoy contando. Y no me interrumpas más, por favor, que no dejas hablar a nadie.
-          Perdona, mujer.
-          Tres días aguantó, y por mucho que hicieron los médicos nada pudo salvarle. El día catorce a las siete de la mañana expiró. Era domingo, por más señas. Lo trajeron a mi casa para velarlo como Dios manda. Dos vecinas me ayudaron a amortajarlo. Le pusimos su traje favorito, uno de pana con chaleco. Entiendo que en julio no es la ropa más apropiada, pero tenía debilidad por esa indumentaria. Poco a poco fueron llegando a casa vecinos y conocido a darle el adiós definitivo, y a consolar a la familia. Estábamos destrozados, muy apenados y cansados. Yo tenía la cabeza embotada de tanta emoción y falta de sueño. Aún así, me vino a la cabeza un pensamiento: ¡qué mala suerte ha tenido mi pobre padre! Ha tenido que morir en domingo, el único día que cierran los estancos. Seguro que allí, donde ahora esté, también estarán cerrados. ¿Qué puedo hacer? No debo dejar las cosas así. A pesar del cansancio, salté de la silla y corrí al dormitorio. En el primer cajón de la mesita quedaba un cartón entero de su tabaco. ¡Qué previsor era el viejo! Volví rápido a la gran sala y, a la vista de todos, introduje una cajetilla de ducados en el bolsillo derecho de la chaqueta de pana. Me senté aliviada. Ahora mi querido difunto podrá sonreír satisfecho desde el otro mundo. Pero al momento mi amiga Juana me preguntó: ¿Le has puesto también un mechero? No, no había caído en ese detalle. Y ahora, querido Dieguito, te voy a contar lo que ayer me ocurrió con Carmela, la vecina de mi prima Encarna…
 
El pobre Diego, entregado, asintió con la cabeza. No quiso decir ni mu por no encolerizar a Elvira, la hermana de su mejor amigo.
 
LAGARTIJO.

En vida.   


La maestra se había topado con una clase muy inconsciente. Todo el día eran altercados, enfrentamientos, violaciones; en una palabra la violencia era la norma que imperaba en clase. Harta ya de sus escasos esfuerzos por enseñar, señalaba con su regla al alumno más rebelde, que iba desmoronándose en el mismo instante bajo la frase lapidaria: “Sólo se aprende en vida”.
Por Jimul
 “La reina”


Este día había convocado a los espíritus. Era un día gris, plomizo, lluvioso, no con una lluvia encalma, llovía con aguaceros como de tormenta y el empedrado de la calle relucía con cada relámpago. Parecía un día de invierno, cuando aún estábamos en el mes de los difuntos.

Angustias temía que su difunto Paulino (que Dios guarde pronto en su seno), resbalase en esa calle y se esnoclase  por segunda vez. Ya lo había hecho hace 16 años y desde entonces vagaba por las calles del pueblo. Claro que ella lo tenía muy fácil, cada vez que sentía necesidad de consultar algo, lo convocaba y su difunto, a veces solo y otras, acompañado de parientes, acudía a su llamada.

Hoy tenía lo de su Carmela, y aunque el día no acompañaba era urgente la consulta. Su Carmela se había subido a la ventana antes de tiempo, y el cura para casarla exigía que fuese de madrugada y de color. El cura, como otros muchos, se había autonombrado guardián de las virginidades ajenas y no permitía que una preñada se casase de blanco.

A ella, lo de la madrugada no le parecía malo, casándose al amanecer, tenían todo el día para ellos y les podía cundir. No pasaba por lo del vestido, nadie tenía que pregonar la desgracia de su hija.
Parece que la estoy viendo, como si fuese ayer. Entraba en el cuarto largo junto al patio y dejaba la puerta entreabierta para que los espíritus pasasen cómodamente. Apoyada en la cañavera de la escoba, en una esquina, discutía con su difunto:

- A lo hecho, pecho.
- No es eso. Es que no es quien para meterse con el vestido.
- Mujer, no puedes discutir con el cura. El que manda, manda.
- Y tu hija, ¿Qué dice?
- Ella calla, lo que digamos nosotros.

Angustias, para salir a la calle, se colocaba su pañuelo negro en la cabeza y se le subía el orgullo a la cara, entonces parecía afilarse un poco más la nariz y la mirada se hacía más penetrante. Conocía que el poder suyo de convocar a los espíritus era  solo de algunos señalados y andaba muy erguida, como una Reina.


(Angustias, trabajaba en casa de mis suegros y ejercía  de espiritista, consultando y transmitiendo  recados a los espíritus. En el pueblo era conocida como Angustias “La reina” y en realidad su prestancia era tan llamativa que el apodo le venia como anillo al dedo.)   

Piedra.



FILEMÓN y EL MAR.

Filemón era un viejo pescador que vivía en un tranquilo pueblecito costero, en una cabaña a la orilla del mar. Gustaba el hombre de ir todos los días de pesca, así que se levantaba a media mañana, tomaba su caña y su perra, caminaba descalzo los pocos metros de arena que separaban su casa del mar, y se acomodaba en una gran piedra durante horas, arrullado por las olas y los suaves chillidos de las gaviotas. Y así transcurría su vida, en una apacible rutina.
Hasta que un día, algo cambió. Unas máquinas enormes llegaron al pueblo y se acomodaron justo frente a su casa, donde comenzaron a trabajar en medio de un ruido infernal. El anciano creyó que sólo se trataría de un caño roto o algo así, pero triste fue su sorpresa cuando supo que se estaba construyendo una autopista. Más de uno protestaba, reunidos en el bar del pueblo, pero Filemón no decía nada, sólo se sentaba cabizbajo y pensativo, mientras su casilla era sacudida día y noche por las insufribles maquinarias.
   Cuando la autopista estuvo terminada, el infierno no cesó. Los coches, camiones y motocicletas que pasaban a toda velocidad haciendo un ruido capaz de despertar a un muerto, habían acabado con la pacífica vida del pueblo. Por si fuera poco, los enormes postes de iluminación colocados a ambos lados del camino mantenían la pequeña cabaña del pescador en constante claridad, incluso en medio de la noche. Durante el día, el viejo  pasaba largos minutos intentando cruzar en escandaloso camino y llegar al mar, pero ya nada era lo mismo; hasta parecía que los peces habían huido espantados por el ruido. La playa se llenó de basura y se respiraba un penetrante olor a gasolina todo el tiempo.
   Pero pronto, comenzaron los sucesos.
   Tres veces había ido una mujer a la comisaría a denunciar haber visto en medio de la noche a un motociclista sin cabeza pasar a toda velocidad, para ir a dar entre unos matorrales y desaparecer. Los oficiales no le habían prestado atención, hasta que, ya hartos, la acompañaron y  hallaron el cadáver. Pero por más que buscaron y buscaron, la cabeza no apareció.
   La mujer ahora contaba a todo el mundo su visión “¡Era un tío sin cabeza, lo vi pasar en la moto a todo lo que daba hasta que se estrelló!” Algunos le creyeron, otros supusieron que sólo habría visto el cadáver y estaba mintiendo o imaginando.
   Pero no pasó mucho tiempo antes de que otros motociclistas acéfalos fueran hallados a la vera del camino, con sus cabezas misteriosamente desaparecidas.
   Ocho fueron hallados.
   Para peor, siempre ocurría de noche. Incluso, algunos automovilistas habían empezado a percibir una extraña fuerza, siempre nocturna que, como un poder invisible, golpeaba los coches al pasar por el lugar.
   Si bien no faltaron curiosos y unos cuantos psíquicos y parapsicólogos tratando de dar con el fantasma o la fuerza misteriosa que habitaba el lugar, lo cierto es que cada vez menos gente se atrevía a pasar por allí, con lo que la autopista comenzó a quedar progresivamente desierta. La arena del mar empezó a ganar terreno, tomando nuevamente lo que era suyo, y el asfalto fue quedando sepultado.
   Los decapitados dejaron de aparecer tan súbitamente como habían aparecido hasta que, un tiempo después, algunos niños comenzaron a encontrar calaveras en la orilla del mar. La única deducción que la policía pudo hacer fue que se trataba de las cabezas de los muertos, sin embargo, por más que investigaron, no lograron desentrañar el misterio. Con el tiempo, todo fue quedando en el olvido, salvo la maldición de la carretera, que ya no era más que un gran banco de arena, por lo que quedó definitivamente desolada, al menos en ese tramo. Tal era el desuso que hasta se le cortó la iluminación.
   Filemón, contento con su paz recuperada, descansaba en su cabaña, nuevamente al lado del mar. Dormitaba disfrutando del silencio, cuando vio a su perrita jugando con algo. Se lo quitó y vio que era su viejo rollo de sedal transparente reforzado.
   -Vaya, menos mal que me lo has recordado, bueno fuera que nos atraparan por ésto ¿eh?- y guiñó un ojo al animalillo
-         Ven, vamos a echarlo al mar- y ambos se dirigieron al murallón abandonado. Filemón tiró el sedal y, enseguida, unos cuantos peces se arremolinaron en torno a la madeja, luchando por atraparla. El anciano sonrió: “Venga, pescados tontos, que esto no se come, a ver si van a creer que les voy a tirar cabezas todos los días”.
 
    Con su habitual serenidad y la perrita correteando a su alrededor, se alejó hacia su piedra, se sentó y arrojó el anzuelo. Siendo un hombre de creencias, mientras pescaba elevó ocho padrenuestros y un pésame. Y pronto se durmió, arrullado por las olas y los chillidos de las gaviotas.
 
NOFRET
                                                                                                                    


  A la luz de la luna en un cementerio  por Gladys
        ¿Virginia?
-         Si.
-         ¿Escuchas eso?
-         Parece el llanto de una mujer.
 
Una mujer llora a la luz de la luna arrodillada frente a una tumba, sus manos temblorosas esconden su cara mientras las lágrimas ruedan por entre los nudillos de sus dedos. En su interior se agitan los demonios del dolor, se pelean y se devoran unos a otros provocando espasmos en su estómago, de vez en cuando aparta las manos de su rostro y mira al cielo como buscando ayuda.
 
-         Nadie la va ayudar Virginia, nadie es capaz de colocar una cálida
mano sobre su sexo, nadie susurrará a su oído la fórmula mágica para disolver el dolor. Está sola, definitivamente sola, con ese conocimiento anticipado de la frialdad de su futura tumba.
-         ¿Qué hace ahora?
-         Se mueve de manera muy extraña.
-         Creo que es una absoluta grosería espiar de esa manera el dolor
ajeno. Deberíamos irnos a donde nos corresponde.
-         Oh no, no tengo ganas de volver a la tumba. Ve tú si lo deseas. Yo
quiero seguir viendo a esa pobre mujer a ver qué hace.
-         Lo que todas hacemos: llorar hasta que los ojos se convierten en
dos enormes globos rojos, gemir hasta que la garganta se nos reseque, clamar al cielo pidiendo explicaciones.
-         No entiendo porque las reclamamos si nunca nos satisfacen.
-         Ni yo. Pero quiero seguir mirando, tal vez ésta sea diferente.
-         No, nada cambiará, las mujeres seguiremos llorando hasta el fin
de los días.
-         Aquella nube se acerca a la luna. Dentro de unos instantes la
cubrirá totalmente y no podremos ver nada, por unos instantes el mundo material desaparecerá y entonces...
-          Entonces ya ella se habrá calmado, se secará los ojos, enviará
con la punta de los dedos un beso al habitante de la tumba y lentamente se pondrá de pie, caminará unos pasos sin darle la espalda hasta que la prudencia entre en su cerebro y le ordene volver la cabeza del lado correcto, enderezar el cuerpo, erguir la espalda  y seguir adelante.
        
Ahora todo es tiniebla, un enorme nubarrón cubre la luna y un extraño aroma a nardos inunda la tierra.
 
-         ¿No te gustaban a ti los nardos, Virginia?
-         Si. Pero no es ésta la época.
-         Sería maravilloso llenar nuestros jarrones con nardos frescos,
como antes, ¿no te parece?
-         Oh, los nardos sobre el escritorio y la luz del atardecer dibujando
los rostros de mis personajes sobre la madera.
-         ¡Mira!
 
La mujer se endereza lentamente, coloca los brazos a cada lado de su cuerpo y por unos instantes se queda rígida mientras la luz de la luna empieza a bañarla desde su hombro derecho, como si una mano invisible la dibujara con trazo firme pero muy suavemente. Luego, una vez que la figura está completamente nítida, su cuerpo empieza a temblar, parece un tallo estremeciéndose al viento al borde de algún lago ignoto, su cuerpo no cesa en su movimiento y parece ensancharse con éste. Al cabo de unos segundos de expansión, el cuerpo se dobla exactamente por el ombligo y se acampana a la altura de las rodillas formando una especie de cáliz negro que poco a poco se va dividiendo en numerosos y delicados pétalos que a impulsos de la brisa se van abriendo dejando en libertad el entrañable aroma a nardos.
 
-         No es hermoso Virginia, que aún después de tantos años, los
nardos sigan dibujando personajes.
-         ¡Hermoso! 

 
Noche de fantasmas
   
Hoy, 1 de noviembre, vísperas de difuntos, es noche de contar historias, este año hace calor, demasiado calor para el otoño, sin embargo me viene a la memoria otra noche como esta, hace mucho tiempo, quizás demasiado, con mucho más frío fuera de la casa, al calor del brasero, sentados todos alrededor de la enorme y redonda mesa de camilla, muchos niños, la madre, la tía, una abuela, la otra había fallecido el año anterior en esa misma casa, en la habitación contigua, el padre y el tío ausentes, y una criada que era como otra abuela para esos niños, yo era la menor de aquellos hermanos y aunque no recuerdo cuantos años debía tener por aquel entonces, si recuerdo estar en el regazo de mi madre y dormirme allí casi siembre, pero esa noche no, no creo que nadie durmiera en esa casa...
Mi padre había ido con mi tío a Madrid,
-         ¡ A resolver unos asuntos importantes!, decía mi Madre,
-         ¡ Para no cargarse a un tramposo!, decía uno de mis hermanos que lo había oído por ahí.
-         ¡Lo han metido en un lío político! Y se quiere perder un tiempo, decían otros rumores en el pueblo.
Los niños no entendíamos de asuntos de mayores así que veíamos la marcha de mi padre como algo raro e innombrable y a pesar de las habladurías, la presencia siempre tranquilizadora de mi Madre, quién llamó a su Madre, la abuela la cual acudió rápido en su auxilio, trayéndose a su vez a la tía , con la cual vivía en la Capital, la una viuda y la otra soltera formaban una pareja inseparable y encantadora. Así para quitarnos los miedos y las desconfianzas y aprovechando la ausencia de mi padre diabético, nos hacían los dulces más dulces: cajetas o dulce de leche, huesos de Santos, yemas de Santa Teresa... y un largo etc, a dulce por noche, mientras esperábamos extrañados que por fin apareciera mi padre, nunca había estado fuera solo tanto tiempo...
 
La vieja criada, Angustias, que andaba por las esquinas hablando con su difunto esposo, y asustándonos a los niños con las historias del más allá, le había dicho a mi madre que mi padre vendría hoy. Se lo había dicho su marido la noche antes y por cierto, hoy no podía venir a trabajar a casa porque al ser día de todos los Santos, tenía mucha tarea, ya que todo el pueblo se acordaba hoy de ella y le pedían noticias de todos las ánimas benditas, por lo que se pasaría el día encendiendo mariposas en aceite, para que el difunto esposo viera que había ocurrido con los difuntos de las vecinas.
 
Mi madre no creía en esas cosas, pero Angustias las daba por tan ciertas...Además su físico la apoyaba pues al ir siempre de riguroso luto, la nariz aguileña, la cara huesuda con un cutis muy fino y la barbilla afilada apuntando a la nariz, solo le faltaba la verruga en la nariz para parecer una auténtica bruja.
 
Esa noche, como ya dije, andábamos comiendo cajetas y relamiéndonos de gusto todos alrededor de la mesa de camilla, cuando se fue la luz, cosa muy corriente en las noches de lluvia, pero era día 1 de Noviembre, nos levantamos todos de un salto a buscar las lamparillas de aceite, se cayeron al suelo las cucharillas con las que momentos antes comíamos las cajetas y con el estruendo no oímos la llave con la que mi padre abría la puerta, lo que si oímos fue una fuerte voz en el salón oscuro:
-¿ Es que no viene ningún niño a darme un beso?
El grito fue unánime, mi madre casi pierde el conocimiento y mi padre no acertaba a comprender lo que estaba sucediendo...
 
Eran las doce de la noche....El día de los difuntos..
 
María Teresa Cobos

lunes, 17 de octubre de 2011

Era otra feria


Del poco dinerillo que nos daban íbamos guardando para la feria, esperando a Octubre con toda la ilusión un año entero. Luces de neón en los coches locos, que echaban chispas al chocar con el techo eléctrico, tan fuertes las chispas que en un mismo año casi dejan tuerta a una hermana y una prima, parecían dos piratas opuestas pues fue diferente ojo y estuvieron toda la feria viendola a medias. La ventaja fue que por el ruido que causaban y a modo de apología a la abuela Adelina le daban fichas gratis por impedirle el paso, también ya que se instalaban en su puerta, la plaza de los mártires, hoy llamada plaza de Cavana. Los columpios y las barquillas, con un hombre columpiandote, estaban puestas en el paseo o Balcón de Europa, así que cuando te columpiabas veías la playa y parecía que te ibas a caer, la noria también la solían poner cerca el queso, en pleno balcón y nos parecía tan alta... ¡Éramos muy pequeños! Otras atracciones que recuerdo: La Tómbola, el tiro de pichón, los puestos de turrones y algodón dulce, los fotógrafos con los caballos y los coches, y lo mejor de todo, lo que me producía una misteriosa mezcla e miedo y atracción: El circo, con sus animales salvejes, leones tigres y elefantes.En aquellos tiempos soñaba con ser trapecista, con viajar indefinidamente con el circo, me veía encima del trapecio, sin red y los animales a mi alrededor...
El ilusionista que volvía el agua vino y al contrario...
Era otra feria la de mi niñez.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Vieja Nerja




Y sigo respirando, larga ausencia,
la brisa gris, tiñéndose amarillo,
perfume cañadú, que ya no inhalo,
camino del Chalet que era el colegio.
 
Nostalgia gris, igual que tantas cosas
sustituidas por otras, no tan bellas,
más útiles quizás, más eficaces,
mas rectas y, puede, más cuidadas.
 
Pierde dulzura el aire sin melaza,
gana amargura el paso de los años,
 
Vinieron nuevos gritos, nuevos sones,
nuevas arquitecturas y trazados
nuevos olores y muchos más colegios.
 
¡Vieja Nerja!
¡Estás en mi recuerdo!. 

María  Teresa Cobos Urbano, Granada 1999. 

Vuelvo a mi vida laboral  en mi pueblo de origen, Nerja,
¡Gracias a todos los que lo habeis hecho posible! Empezando por mi amor Khalid.
 

miércoles, 31 de agosto de 2011

Oda a Don Clodoveo. ¡Que mareo!

Hola Hidalgos y altas damas
que ayer vine a esta rivera
trayéndome un chascarillo
para las nobles ripieras
Veréis, Torcuato y amigas
Sisebuta....
Segismunda...
Recordáis al Caballero
rechoncho, de muy mal trato,
no estoy hablando de Torcuato,
que se llama Clodoveo,
es director de un Museo
de cosas viejas, del Prado?
algo así, el muy taimado
lleva sombrero de copa,
lazo de seda y estopa
Y su señora, condesa es,
de alta alcurnia
Pues bien, me ha dicho Palmira
que dijo su prima Elvira,
hermana de Panticosa,
aquel que fabrica sillas
que lo han visto por Sevilla
en los toros, con mantilla,
con peinetas y clavel,
¡Será bravo el churumbel?
y la esposa en Alicante
comiendo buena morcilla
de la brava, la picante...
Así que queda ya el dicho
Don Clodoveo, que es muy feo,
siga tocando mantillas
carmín, zapatos de aguja
y su esposa que no es bruja
va y se hincha de morcilla
Don Clodoveo, mira. mira,
¿Te llamamos Casimira?

Bueno que ya me voy yo
y me oculto con recato
Volveré dentro de un rato...
Febrero el 2006 en el andurrial el ripio, resucitando a Cunegunda de la Alzada, de todos la más callada.

lunes, 22 de agosto de 2011

Álora, poema viejo.

Para llegar al mar, con la mirada al menos
subo al amanecer a mi terraza
lo imagino azul al otro lado
presiento su llamada
      Hoy no me iré, quizás mañana vaya
El sol no asoma, tan solo se insinúa
el estridente gallo anuncia su llegada
el pueblo duerme, Álora calla,
mi amor adormecido me retiene
      Yo no he nacido aquí, pero instalé mi casa
El mar me espera no lejos del castillo
Antiguo Camposanto en la colina
Silueta triste, mora, cuelga de mi ventana
Tanto pasado, tanta gallardía...
      El Hado caprichoso me trajo a este paraje
Los lunes bulliciosos el mercadillo avanza
llena la plaza baja, la de la despedía
los mercaderes, frutas y verduras
zapatos y camisas, algo de artesanía
      Yo no escogí el lugar, mas no me siento extraña
Arriba en la colina, en la falda del Hacho
está el colegio, transcurre mi mañana
entre lecciones libros y pizarras
armada con mi tiza y mi sonrisa
      Los ojos de estos niños me retienen, trenzan mi alma
Valle de naranjeros y limones
reino del Guadalhorce que agoniza
ebrio el aire de azahar, con los calores
tiñendo el verde campo de cenizas
     Hoy no me iré, quizás mañana vaya...

                                          María Teresa Cobos Urbano. Utopía. Torrox 29 de noviembre 2008



























Cultivos con envidia

Todos sabemos que la envidia es el pecado nacional, pero hasta ahora se aplicaba solo a los humanos y a algunos tipos de animales, como las mascotas, nosotros hemos descubierto que los vegetales también pueden sentirla, al igual que la música y así estimularles a que den su fruto.
Vereis, compré 5 plantones de la huerta pequeños pero sanos, dos murieron y tres crecieron. Los pimientos estaban tristes y a punto de perderse, encontré una maceta con pimientos chiquititos, cayena, muy bonita y cargada de frutos rojos y verdes, no tuve otra ocurrencia de ponerlos al lado de la planta de pimientos y en poco tiempo esta se recupera y empieza a crecer, la berenjena al lado también se crece y nos regala su fruto buenísimo. Pero los tomates que han crecido mucho y están altísimos no daban fruto, entonces se nos ocurrió pincharle al lado un gran tomate rojo, bonito como el solo, y antes de secarse teníamos la planta llena de tomatitos.
Conclusión los vegetales sienten envidia y si no me creeis, venid por aquí y os invito a una ensalada.

miércoles, 27 de julio de 2011

Álora en ferias

FERIA 2011
ASOCIACIÓN CULTURAL “ ÁLORA, LA BIEN CERCADA”
EN LA CALLE JUAN NARANJOS, 5
Abierta los días 5, 6 y 7 de agosto,
a partir de las 13:00 h.

Viaje a ninguna parte

Cada vez que la nave se sumerge el ruido se hace espantoso, los oídos zumban y hasta duelen a veces. Esto se combate presionando, soplando y mascando chicle con exagerado movimiento de mandíbula.
El sonido atronador del aire comprimido da paso a un relajante silencio, se oyen las respiraciones a traves de las mascarillas de oxígeno. Hoy hay un pasajero nuevo, no se atreve a mirar a nadie de frente, le sudan las manos,hace calor, mucho calor, todo el mundo lee, resuelve pasatiempos, hemos de permanecer sentados 90 minuto, el tiempo parece que se detiene y se alarga, centro mi atención en los sudocus, prefiero rellenar mi mente buscando números que buscando respuestas inexistentes a preguntas no formuladas, todos los pasajeros parecen adormecer, pero están alerta. Suena el aviso por megafonia, empieza la descompresión, un frío intenso se infiltra en mi cuerpo, hay que abrigarse, solo son unos minutos y a casa. ¡Hasta mañana!




sábado, 16 de julio de 2011

My Labyrinths by Maria Teresa Cobos

 Have you ever thought about how much energy is lost trying to make your way out of a labyrinth? With the small amount of energy I have at my disposal now, I can't enter into any, it's not worth it. I avoid them. My labyrinths are those questions that don...'t really have an answer, those situations from which you can't extricate yourself without sustaining an injury, those relationships which insist on control instead of relying on trust, friendships lost,  family members who've distanced themselves, and a long etcetera of ...what will they think? what might I have said? what did I do?.   Instead, I'm more interested in what's right here, the people around me, the ones who make up my immediate surroundings; those who, although thousands of miles away, make sure they're here for me, and those whose loving care has made them indispensible. I don't want Labyrinths! I could never defeat the Minotaur! 

viernes, 15 de julio de 2011

Cine en Álora

Es agradable ir al cine en estas cálidas noches de julio por eso aplaudo la iniciativa del Ayuntamiento de ofrecer cine de actualidad en el teatro Cervantes por el módico precio de un euro. Antesdeayer fuimos a ver la película El turista y aunque no es una comedia, nos reímos muchísimo pues hay una señora, querida en el pueblo por buena gente, pero parece ser que no puede estar callada ni dormida, se pasó todo el tiempo comentando en voz alta el film, así cuando el actor le pregunta a la actriz ¿Me quieres? la vecina contesta:¡Pues claro, no te va querer con lo guapo que eres.!
Así que ya lo saben, cine bueno, barato y comentado con humor para las noches cálidas perotas.

Mis laberintos.

¿Habeis pensado alguna vez cuanta energía se puede perder intentando salir de un laberinto? Ahora, con la poquita energía de que dispongo no puedo meterme en ninguno de ellos, no merece la pena. Los evito. Mis laberintos son aquellas preguntas que no tienen respuestas, aquellas situaciones de las que no puedes salir indemne, aquellas relaciones que exigen un control por falta de confianza, amistades perdidas, familiares desaparecidos de tu entorno próximo, y un largo etc...de que pensarán, que habré dicho o qué habré hecho.
En cambio me interesa mucho lo inmediato, los seres que me rodean, los que conforman mi entorno, los que aunque a miles de km se hacen presentes y aquellos que con su cariño se vuelven imprescinibles.
¡No quiero laberintos! ¡Nunca venceria al Minotauro!.

miércoles, 13 de julio de 2011

Gatitos granjeros

Los cinco gatitos se fueron al campo, ya comen solos, los adoptó una familia granjera y vegetariana que los quieren mucho y los van a cuidar muy bién, allí hay dos perras muy amables, 4 ninfas con su corona de plumas, un montón de gallinas y gallos de distintas razas, pavos, faisanes, patos y hasta hace poco 2 caballos. También hay muchas flores y productos de huerta y arboristería. Ha sido un mal trago separarnos de ellos pero allí van a ser mucho más felices.
La madre Isis los sigue llamando por la casa, los busca y anda triste, sigue comiendo como una lima para amamantar a tanto cachorro. Espero que pase pronto esta pena y vuelva a ser la alegre gata cariñosa e siempre.

domingo, 26 de junio de 2011

Caramba

Primero fue Minuchi, un gato callejero que esporádicamente nos visitaba, de los amores de Minus con la blanca y negra, nació Peludo en la casa de la vecina. Lo adoptamos oficialmente.
Dos años más tarde, cuando la enfermedad ya se había instalado en mi cuerpo, en este maldito 2010 una hija de Peludo, Perla,preñada de él, parió en mi cocina tres gatitos, uno murió antes que lo vieramos y los otros dos Isis y Osiris, los gatos más cariñosos que he visto nunca, me han hecho compañia, me han dado todo el cariño que pudiera recibir y para colmo antes de cumplir un año y ya en la casa nueva, me han dado cinco nietos o biznietos o tataranietos...
Creo que es la mejor medicina que podia encontrar.

martes, 21 de junio de 2011

Padre

En tu amado balcón de Europa de tu querida Nerja, leyendo el periódico, como cada mañana.
¿Cuantas letras habrás leido?¿Existirán tantos números?.Si se pudiera medir el saber, recuerdo que te llamábamos Enciclopedia Espasa.
Ya hace mucho que desapareció ese banco del Paseo, y ese quiosco, y esa quietud de la mañana del domingo antes de misa.
Hace mucho que para verte he de mirar dentro de alguna caja, como ahora, que aparece esta foto que te define, que te revela
.¡Que sola me dejaste padre!¡Tan grande era tu sombra! ¡Es tan enorme tu ausencia!

viernes, 6 de mayo de 2011

Aves del paraiso

¿Son flores o pájaros?. Acaso no parecen que estuvieran a mitad de la evolución de las especies por no atreverse a volar. Aves de otras edades geológicas o flores queriendo soltar sus raices y descubrir otros mundos aéreos vedados.
La naturaleza nos ofrece estas raras bellezas. Hoy he sido bendecida por ella...¡Gracias!

lunes, 11 de abril de 2011

Miguel Hernandez Nanas de la cebolla

NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Miguel Hernández, 1939

Uno de mis poetas favoritos,benedetti

A mi famila...

LA VEJEZ
 
La vejez se ha olvidado del olvido
y por eso se arrima a la memoria
la vejez suele ser obligatoria
y sin embargo es tierna como un nido
 
el corazón afloja su latido
y la sangre da vueltas en su noria
de paso se entretiene con la historia
y el amor no está insomne ni dormido
 
lo que falta vivir ya no encandila
no importan escaceses ni abundancias
el Dios que vigilaba no vigila
 
los años van borrando las distancias
y ya que la conciencia está tranquila
la vejez guarda dos o tres infancias.
Mario Benedetti.

jueves, 31 de marzo de 2011

Mi casa

Tu casa, nuestra casa.
Ahora que se fueron muchas cosas banales,
permanecen las valiosas,
es tiempo de preparar mi casa ,tu casa, nuestra casa...

jueves, 24 de febrero de 2011

Volaste junto a Cesar



Mi querida momia, se que luchaste hasta el final, la vida no se portó muy bien contigo, pero sacaste valor y tranformaste el dolor en un increible sentido del humor.Te preparé tu tarta de arándanos y el chocolatito te lo dejo en la ventana, para que en tu viaje astral te de la fuerza que nunca te faltó. Tus amigos somos legión.Y te adoramos...¡Hasta siempre momia apestosa e impertinente!