miércoles, 27 de julio de 2011

Viaje a ninguna parte

Cada vez que la nave se sumerge el ruido se hace espantoso, los oídos zumban y hasta duelen a veces. Esto se combate presionando, soplando y mascando chicle con exagerado movimiento de mandíbula.
El sonido atronador del aire comprimido da paso a un relajante silencio, se oyen las respiraciones a traves de las mascarillas de oxígeno. Hoy hay un pasajero nuevo, no se atreve a mirar a nadie de frente, le sudan las manos,hace calor, mucho calor, todo el mundo lee, resuelve pasatiempos, hemos de permanecer sentados 90 minuto, el tiempo parece que se detiene y se alarga, centro mi atención en los sudocus, prefiero rellenar mi mente buscando números que buscando respuestas inexistentes a preguntas no formuladas, todos los pasajeros parecen adormecer, pero están alerta. Suena el aviso por megafonia, empieza la descompresión, un frío intenso se infiltra en mi cuerpo, hay que abrigarse, solo son unos minutos y a casa. ¡Hasta mañana!




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosa metafora, me quito el sombrero!

María Teresa Cobos Urbano dijo...

Gracias por tu visita, preparame el café que voy a por las tortugas.