miércoles, 29 de febrero de 2012

Homenaje tardío


ANTE UN CRUCIFIJO
Abiertos los brazos
abrazas al mundo,
fijado al madero
de tu inmensa cruz,
clavado y herido 
por los pecadores
por quienes te ofreces
para darles luz.

De sangre bañado,
tu rostro divino
tus labios sedientos
gimiendo de amor
exagüe tu cuerpo
sin vida caído
imagen yaciente 
del Dios Redentor.

Y pasan los siglos
cumpliendo su historia
y el drama de Cristo
no puede pasar,
misterio presente
de muerte y de gloria
que ningún cristiano
podrá ya olvidar.

NERJA, REGALO DE LOS DIOSES

España la elegida en el Parnaso
para ostentar al mundo su belleza
ha sido coronada por los dioses
con diadema de Reina
¡Costa del sol!, corona de oro puro
que ciñe con orgullo negra testa
¡Cual fulge tu preciada pedrería!
amalgama de perlas, de zafiros,
de esmeraldas, rubies y turquesas.
Sobresale, mostrando su hermosura,
su límpido brillante de singular pureza,
con reflejos de luces nacarinas
y destellos de sueños de poetas.
Nerja es el diamante que los dioses
guardaban con orgullo en sus arquetas
lo donaron las musas del Olimpo
para rendir tributo a la belleza.

Agustina Urbano Navas San José 1911-Nerja 1965. Cada vez más cerca de tí.  
 

lunes, 20 de febrero de 2012

Salvador Rueda A Málaga.


Salvador Rueda Benaque-Macharaviaya 1857
Málaga 1933

Dicen que me olvidaste; yo no te olvido;
dicen que no me quieres; yo sí te quiero;
¿cómo no he de adorarte si en ti he nacido.
Y adorar a las madres es lo primero?
Aunque hicieras mi carne fúnebres trizas,
aunque me destrozaras con ira fiera
aunque hicieses mis huesos polvo y cenizas,
mil vidas que tuviese, mil te las diera.
Hace ya mucho tiempo..., ¡qué tierna historia!
siendo los dos muy niños, los dos muchachos,
mi hermana y yo vinimos a ver tu gloria
dentro de los dos nidos de dos capachos.
Y en medio de la carga de pequeñuelos,
conduciendo la bestia que nos traía,
bajo el azul brillante que dan tus cielos,
bondadoso, mi padre se sonreía.
Vinimos desde el lado del alba ardiente,
que en nubes se envolvía de añil y gualda,
cual si a ti nos trajera la luz de oriente,
y el sol nos arrojase sobre tu falda.
Tu zumbar babilónico dio en mis sentidos,
tu tráfago profundo sentí vibrando,
y aquel torrente de almas y de sonidos
lo llevo en mi cerebro siempre rodando.
En ti desembocaban tus carreteras,
los frutos de tus pueblos y tus campiñas,
las verdes cañas dulces de tus riberas,
y los nobles racimos que dan tus viñas.
Al lado de tu puerto de linea oblonga
iban los rubios trigos que da Periana,
y los ricos productos de Sayalonga,
de Cómpeta de Vélez y Frigiliana.
En ti entraban zumbando, cual ola viva,
igual que una serpiente que te envolviera,
peces que Fuengirola del mar cautiva,
y los frutos que crían Ronda y Yunquera.
Y un volar esplendente de raudas aves
venían del dorado confín abierto,
con sus velas, cual alas de inmensas aves,
bajo el sol desplegadas hacia tu puerto.
Tus raudales de vida me fascinaban,
y, allá en tu recia torre de voz intensa,
tus bronces religiosos graves zumbaban,
igual que si tocasen a misa inmensa.
Sentí estallar mi pecho, Madre divina,
cual otro campanario lleno de sones,
al abrirse a mis ojos la gran cortina
del mundo, con sus grandes palpitaciones.
Se dilató mi infancia como un torrente,
algo rasgó en mi vida tu voz inquieta,
y, al golpe que tu mano pegó en mi frente,
de tu suelo sublime me alcé poeta.
En aquel gran momento Dios me llenaba,
y, al recibir mi pecho su ser divino,
sentí que entre mis manos depositaba
la lira prodigiosa de excelso trino.
Un temblor prodigioso nubló mi frente,
y reanimó mis huesos con su armonía,
al comulgar mis labios Dios de repente
con la luz sacrosanta de la poesía.
Y ya que fui poeta, noté tus sones.
Málaga a la que adoro con mis entrañas,
y escuché el coro inmenso de tus pregones
llenos de algarabías dulces y extrañas.
Cantas como ninguna ciudad del mundo;
en ópera se truecan tus timbres regios;
y eres un concertante fresco y jocundo
de fermatas y acordes, trinos y arpegios.
Vi llevar de tus pencas la fruta grata
en canastas de mimbres escurridizos
y cantó el pregonero con voz de plata:
"¡Van los chumbos reondos, y qué pajizos!"
Un pescador , que a su peso se igualaría,
colgados de sus codos sus dos tazones,
cantó, soltando al mundo su melodía:
¡llevo frescos y blancos los boquerones!
Al recorrer tus calles como jardines,
un charrán de la gracia bizarra prueba,
trinó, alzando una penca con mil jazmines:
¡A las buenas biznagas,quién se las lleva!
Y lejos, como un eco que blando gira
y arruya de tus siestas las largas horas,
se oyó una voz, cantando como una lira:
¡A las moras maúras, moritas moras!
¡Oh Málaga brillante, madre que adoro!,
¿a quién vate no hicieras tú de improviso,
si un orfeón pareces que canta un coro
con gargantas de pájaros del paraíso?
La luz traza en tus calles no sé qué cosas
al correr por tus muros y tus balcones,
que a su paso se encienden las amplias rosas,
y arden como bengalas los clavelones.
El sol dora tus plátanos de brazos huecos,
y borda tus macetas de maravillas;
de tus vivos mantones coje los flecos,
y se cuelga a tus sartas de campanillas.
Se coge de los lazos de tus guitarras,
y levanta en sus pechos rumor de sones,
mientras mueve una mano bajo tus parras
los enjambres que duermen en los bordones.
La luz te envuelve en tramas de oros y reflejos
al hacerte una llama con sus tusíes,
incendia palpitando tus azulejos,
y tiembla en los carrizos de tus bambúes.
Y te fabrica un manto de hebras no vistas
con ráfagas y risas tan luminosas,
como si el sol, rodando por tus aristas,
se rompiera en cien ríos de mariposas.
En tu seno glorioso guardan mi cuna;
son las cuatro maderas que me mecieron;
en sus bordes cantaron, por mi fortuna,
tus pájaros divinos que me instruyeron.
Bajo tus piedras duras, que al sol se doran,
ciudad que en ti primero fijé la planta,
de mi madre divina sus huesos lloran;
¡cómo no he de quererte, Málaga santa!
Bajo tu noble suelo, que enchí de besos,
ciudad que en ti mi historia llevas escrita,
de mi madre divina duermen su huesos;
¡Cómo no he de adorarte, tierra bendita!
Dicen que me olvidaste; yo no te olvido;
dicen que no me quieres; yo sí te quiero;
en tu sol me he bañado y en ti he vivido,
y adorar nuestras madres es lo primero.
Aunque hicieras mi carne fúnebre trizas,
aunque me destrozaras con ira fiera,
aunque hicieses mis huesos polvo y cenizas,
mil vidas que tuviese, mil te las diera.
Y yo, que fui tus glorias siempre cantando,
e hice admirar al mundo lo hermosa que eres,
te interrogo , con ojos que están llorando:
¿Es verdad, Madre mía, que no me quieres?

miércoles, 1 de febrero de 2012

De nuestro amigo Ramamar, que se convirtió en estrella.




LA GOTA DE AGUA

A mis nietos, Daniel, Celia y Raquel

Después de su último salto, quedó temblorosa sobre aquella verde y brillante hoja. Todavía estaba aterrada por aquel rapidísimo vuelo que la había traído desde las nubes en una espectacular caída, acompañada de millones de gotas hermanas quienes, como ella, ignoraban la causa de su precipitado viaje y bajaban angustiadas por aquella tremenda velocidad.

Mientras se balanceaba en su inestable posición sobre la hoja, intentó recordar sus anteriores vivencias.

Hasta donde ella podía recordar, sus mas lejanas experiencias comenzaban en un bullicioso arroyo que se deslizaba tumultuosamente por la pendiente de una montaña cubierta de pinos casi en su totalidad. Junto a las laderas del arroyo se veían multitud de plantas de pequeño porte, que al principio eran casi todas del tipo de los helechos, muy apretados unos junto a otros y sin dejar ver casi nunca el suelo de tierra.

Luego mas adelante fue cambiando el terreno, perdiendo su acusada inclinación y con ello el arroyo se hizo mucho mas sosegado y tranquilo, permitiéndole observar con mas detenimiento los bonitos parajes por donde discurría su viaje en compañía de muchísimas hermanas gotas, que asimismo disfrutaban del espectacular y divertido viaje.

Así llegaron a un fantástico y tranquilo lago entre montañas, que fue donde trascurrieron los mas esplendorosos días de sus recuerdos. Desde sus cristalinas aguas se divisaban los picos nevados de unas maravillosas montañas, en las que indudablemente había comenzado su fantástico recorrido.

En los abundantes árboles de las orillas del lago revoloteaban multitud de aves que alegraban con sus cánticos el apacible ambiente, haciendo del lugar un verdadero paraíso.

Pues allí trascurrieron unos meses de nuestra viajera gota de agua hasta que, debido a la alta temperatura de un caluroso verano, en un despejado día de agosto se vio impulsada hacia el cielo, convertida en vapor de agua que ascendía suavemente y llegando en lo alto a formar parte de una magnífica nube que flotaba allí arriba majestuosamente.

No os podéis figurar las espléndidas vistas que desde allí se podían divisar. La grandiosa nube fue recorriendo en aquellos días, (o meses, que no lo sé muy bien), muchísimos países mientras daba la vuelta a nuestro maravilloso planeta azul.

Nuestra gota de agua estaba tan fascinada por el espectáculo que ni siquiera se dio cuenta de que la gran nube ascendió hasta una fría zona en la que su contenido en vapor se fue condensando otra vez en gotas de agua, que comenzaron a caer con fuerza hacia la tierra.

De aquella vertiginosa caída, la gota no recordaba nada mas que la angustia del incierto resultado de su rapidísimo viaje y así es como se encontró de repente con el impacto contra las hojas de un altísimo árbol, desde el que fue rebotando hacia abajo de rama en rama hasta encontrarse en el lugar que ahora la acogía: una verde y brillante hoja de un pequeño arbusto, cuya tendencia era a inclinarse bastante y con el consiguiente peligro de una nueva caída hacia abajo.

Y aquí es cuando nuestra gota observó un detalle que la produjo el mas extraordinario asombro: mirando a su alrededor descubrió que el lugar en que se en contraba era precisamente la orilla del maravilloso lago del que tenía tan agradables recuerdos. Una inminente caída solo la llevaría a incorporarse de nuevo en aquellas tranquilas y cristalinas aguas donde habían trascurrido los mas maravillosos meses anteriores, así es que, con gran alegría, inclinó su esférico volumen sobre la hoja que la sostenía y con suavidad fue deslizándose hacia abajo hasta llegar otra vez a incorporarse al lago en compañía de sus hermanas gotas.

No se que habrá sido de ella de ahora en adelante, pero me imagino que seguirá siendo muy feliz y realizando de vez en cuando el “ciclo del agua”, ascendiendo al cielo y volviendo a regresar a la tierra para seguir formando parte de este maravilloso “planeta azul”.



* Escrito por RAMAMAЯ - En Madrid, a 26 de enero del 2008