martes, 6 de febrero de 2018

En mitad del invierno.


La primera nevada del año fue un regalo del día de los Reyes Magos, el 6 de enero amaneció blanca media Andalucía, incluso me atrevería a decir que más de media, pues hasta la playa llegó el granizo.
Una semana o dos de frío polar, extraño ya entre nosotros, que casi habíamos olvidado la blanca sensación de frío, el congelador de la Sierra Nevada a tope, blancas todas las cumbres que por doquier avistaban nuestros ojos.
Luego vino una prematura inquieta primavera que cual nieve, emblanqueció nuestros almendros con calidez para ahora, con “febrerillo el loco” a la puerta, otra racha de frío polar. La Alfaguara en blanco, temperaturas bajo cero, ese resfriado que desde navidad anda molestando, -¿será gripe?-
Ya vino el primer domingo de carnaval en Málaga y se tuvo que suspender el desfile en la calle Larios por lluvia.
Esta bendita lluvia y nieve que llega al borde de la sequía, antes justo de empezar las restricciones.
Ya se puede celebrar en el Sacromonte San Cecilio, patrón martir de Granada, las candelarias, oyendo murmurar al río Darro, aquel que baja sus doradas aguas frescas de la Sierra, del que dicen que tiene enterrados mil tesoros de otros tiempos, de otras civilizaciones que bendijeron esta ciudad adornándola con las vestimentas más bellas, trayendo del desierto este culto al agua, rodeándola de fuentes cantarinas y arrayán.
Mientras, en mi triste terraza se produce un milagro de vida y supervivencia, en una pobre maceta abandonada, regándola a ratos en verano más por mitigar el calor que por otra cosa, resistiendo tres nevadas sin cubrir, un humilde tomate florece con todo su esplendor y fructifica.
Estamos a mitad del invierno, los días ya empiezan a alargarse tímidamente, de ahí viene que celebremos la candelaria con hogueras al anochecer, la Sierra Nevada y sus aledaños mantienen su manto blanco...
En mi terraza fructificó un tomate contra todo pronóstico.



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