miércoles, 10 de marzo de 2021

The Tower XVI

Photo by Virginia Kenmore (1959)

A village by the sea,
White and blue,
was built in me.
In me it grew
Street by street -
Small plazas I’d remember, then forget,
Ringed with dusty sycamores,
And white-limed houses.
Canaries sang in open windows there by
Moorish arches,
Blinding white at noon without,
Within, blue shadows.
Delicate structures all,
Like dreams.
Despite the constant shifts
and relocations,
I would always find,
The palm-lined esplanade,
And from it, watch sun-bleached boats,
Blue sea, the white horizon,
Dolphins on their way to Africa.
I’d fly downward through deep clear water
Always pulled back up by my own body,
To break the surface with a gasp.
Until a wall of water rose on the horizon
high as I imagine hills on Mars to be.
That first recessional uncovered rusted litter
And I remember thinking
"I will not survive this.”
Persistent waves
Still shuffle to the shore,
Rolling bits of tile across the chat,
Smoothing jagged glass
til it becomes pale blue,
Smooth, opaque, frosted.
That city?
It disappeared forever.
No reconstruction.
No rising from the sea.
No new city took its place.    Diana Cobos.

LA TORRE XVI

Un pueblo junto al mar,

Blanco y azul,

Se construyó dentro de mi.

En mí creció

Calle por calle -

Pequeñas plazas que recordaba y luego olvidaba,

Anillado por plátanos de sombra polvorientos,

Y casas de cal blanqueadas.

Los canarios cantaban en las ventanas abiertas ahí,

al lado de los arcos moriscos,

fuera un blanco cegador por el sol de mediodía,

dentro, sombras azules.

Estructuras frágiles todas,

Como los sueños.

A pesar de los constantes cambios

y traslados,

Siempre lo encontraría,

La explanada tenia una linea de palmeras,

desde dónde ver los barcos blanqueados por el sol,

el mar azul, el horizonte blanco,

los delfines de camino a África.

Volaría hacia abajo a través de aguas cristalinas, profundas.

Siempre resurgiendo por mi propio cuerpo,

Para romper la superficie con un suspiro.

Hasta que un muro de agua se levanta en el horizonte

alto, como imagino que son las colinas en Marte,

Dejando basura oxidada descubierta con ese primer retroceso.

Y recuerdo haber pensado

"No voy a sobrevivir a esto."

Olas persistentes

aún se rompen en la orilla,

Rodando trozos de azulejos a través de las piedrecitas,

Alisando piececitas de vidrio irregular

hasta que se vuelve azul pálido,

Suave, opaco, esmerilado.

¿Esa ciudad?

Desapareció para siempre.

Sin reconstrucción.

Nada se levantó del mar.

Ninguna nueva ciudad la reemplazó.


Diana Cobos.