sábado, 31 de diciembre de 2011
miércoles, 21 de diciembre de 2011
¡Feliz solsticio de invierno!
Entre hoy y mañana, esta noche, es la más larga del año en el hemisferio norte, para nuestra amiga Mabel es la más corta. Se culmina un ciclo, los árboles se preparan para la latencia, las semillas y los osos también duermen, nos espera un lánguido invierno, celebrémoslo al calor de los nuestros. ¡Feliz solsticio!
jueves, 15 de diciembre de 2011
Amor gigante.
Ella está en África, en el norte, en Ceuta, esperando tumbada a su gran amor. Él está en el sur de Europa, en Málaga, yace tranquilo,también esperando el anhelado encuentro con su amada.
¿Y si están vivos? Su tiempo sería otro, una vida nuestra no alcanzaría para ver un minuto suyo.
Son tan grandes, tan majestuosos, que no podemos sino sentirnos insignificantes hormiguitas caminando por sus laderas.¿Serán dioses? o ¿simples mortales a los que una maldición les alcanzó convirtiendolos en montañas, petrificándolos y engrandeciéndolos ?
Son bellos, por eso me inclino a creer que eran dos amantes, con un amor prohibido que provocó la ira de los dioses, la envidia de los poderosos, el odio de los necios.
Pero el amor siempre deja rastro, se niega a desaparecer, por eso son hermosas y al caminante que se adentra en ellas le susurran al oido bellos sones, parece el viento, pero es su voz, sus voces.
Ella está en África, en el norte, él está en el sur de Europa, yacen tranquilos.
María Teresa Cobos Urbano.
¿Y si están vivos? Su tiempo sería otro, una vida nuestra no alcanzaría para ver un minuto suyo.
Son tan grandes, tan majestuosos, que no podemos sino sentirnos insignificantes hormiguitas caminando por sus laderas.¿Serán dioses? o ¿simples mortales a los que una maldición les alcanzó convirtiendolos en montañas, petrificándolos y engrandeciéndolos ?
Son bellos, por eso me inclino a creer que eran dos amantes, con un amor prohibido que provocó la ira de los dioses, la envidia de los poderosos, el odio de los necios.
Pero el amor siempre deja rastro, se niega a desaparecer, por eso son hermosas y al caminante que se adentra en ellas le susurran al oido bellos sones, parece el viento, pero es su voz, sus voces.
Ella está en África, en el norte, él está en el sur de Europa, yacen tranquilos.
María Teresa Cobos Urbano.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Atardecer
Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.
A veces la realidad se quiebra, el tiempo se dilata, y un instante es eterno. Las señales son varias, elementos extraños que no encajan, que no tienen ninguna lógica, que no siguen ninguna pauta, como ayer ocurrió, al salir del Colegio al mediodía, con un cielo un poco nuboso y una buena temperatura, impropia de Diciembre, venía caminano por la carretera, dentro del pueblo, estaba cansada después de toda una mañana trabajando duro, pues el trimestre se acaba, pero con la tranquilidad de que era viernes y tenía por delante un fin de semana de descanso, mi familia me esperaba en casa para almorzar juntos, y fue en ese momento incierto entre las 14.00hrs y las 14,10 cuando escuché un fragmento de ópera a mis espaldas, me volví y venía un descapotable rojo, del siglo pasado, con una mujer al volante y un hombre joven al lado, la mujer llevaba la cabeza tapada con un pañuelo que le ocultaba el pelo y flotaba en su cuello, llevaba unas enormes gafas de sol, el chico a su lado llevaba una gorra roja que también ocultaba parte de sus facciones, la música sonaba muy alta y me extrañó que nadie mirara al coche, había mucha gente caminando, tenían prisa como yo, pero me quedé embobada mirando y me pareció que iba muy despacio, y ningún otro coche venía, el chico me hizo una señal con la mano como un saludo, me dispuse a cruzar y no vi la moto que se me echaba encima, me esquivó en el último momento y vi que el pañuelo blanco de la mujer caía conmigo a mis pies y a lo lejos conduciendo el coche un cráneo calvo.
Todo quedó en un susto, el chico de la moto no se hizo ni un rasguño, yo no llegué a caer al suelo porque algo indeterminado me sujetó, nadie vio al coche rojo,nadie reclamaba el pañuelo como suyo.
Llegué a casa y abracé a mi marido y a mi hijo.
Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.
A veces la realidad se quiebra, el tiempo se dilata, y un instante es eterno. Las señales son varias, elementos extraños que no encajan, que no tienen ninguna lógica, que no siguen ninguna pauta, como ayer ocurrió, al salir del Colegio al mediodía, con un cielo un poco nuboso y una buena temperatura, impropia de Diciembre, venía caminano por la carretera, dentro del pueblo, estaba cansada después de toda una mañana trabajando duro, pues el trimestre se acaba, pero con la tranquilidad de que era viernes y tenía por delante un fin de semana de descanso, mi familia me esperaba en casa para almorzar juntos, y fue en ese momento incierto entre las 14.00hrs y las 14,10 cuando escuché un fragmento de ópera a mis espaldas, me volví y venía un descapotable rojo, del siglo pasado, con una mujer al volante y un hombre joven al lado, la mujer llevaba la cabeza tapada con un pañuelo que le ocultaba el pelo y flotaba en su cuello, llevaba unas enormes gafas de sol, el chico a su lado llevaba una gorra roja que también ocultaba parte de sus facciones, la música sonaba muy alta y me extrañó que nadie mirara al coche, había mucha gente caminando, tenían prisa como yo, pero me quedé embobada mirando y me pareció que iba muy despacio, y ningún otro coche venía, el chico me hizo una señal con la mano como un saludo, me dispuse a cruzar y no vi la moto que se me echaba encima, me esquivó en el último momento y vi que el pañuelo blanco de la mujer caía conmigo a mis pies y a lo lejos conduciendo el coche un cráneo calvo.
Todo quedó en un susto, el chico de la moto no se hizo ni un rasguño, yo no llegué a caer al suelo porque algo indeterminado me sujetó, nadie vio al coche rojo,nadie reclamaba el pañuelo como suyo.
Llegué a casa y abracé a mi marido y a mi hijo.
Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.
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