LA GOTA DE AGUA
A mis nietos, Daniel, Celia y Raquel
Después de su último salto, quedó temblorosa sobre aquella verde y brillante hoja. Todavía estaba aterrada por aquel rapidísimo vuelo que la había traído desde las nubes en una espectacular caída, acompañada de millones de gotas hermanas quienes, como ella, ignoraban la causa de su precipitado viaje y bajaban angustiadas por aquella tremenda velocidad.
Mientras se balanceaba en su inestable posición sobre la hoja, intentó recordar sus anteriores vivencias.
Hasta donde ella podía recordar, sus mas lejanas experiencias comenzaban en un bullicioso arroyo que se deslizaba tumultuosamente por la pendiente de una montaña cubierta de pinos casi en su totalidad. Junto a las laderas del arroyo se veían multitud de plantas de pequeño porte, que al principio eran casi todas del tipo de los helechos, muy apretados unos junto a otros y sin dejar ver casi nunca el suelo de tierra.
Luego mas adelante fue cambiando el terreno, perdiendo su acusada inclinación y con ello el arroyo se hizo mucho mas sosegado y tranquilo, permitiéndole observar con mas detenimiento los bonitos parajes por donde discurría su viaje en compañía de muchísimas hermanas gotas, que asimismo disfrutaban del espectacular y divertido viaje.
Así llegaron a un fantástico y tranquilo lago entre montañas, que fue donde trascurrieron los mas esplendorosos días de sus recuerdos. Desde sus cristalinas aguas se divisaban los picos nevados de unas maravillosas montañas, en las que indudablemente había comenzado su fantástico recorrido.
En los abundantes árboles de las orillas del lago revoloteaban multitud de aves que alegraban con sus cánticos el apacible ambiente, haciendo del lugar un verdadero paraíso.
Pues allí trascurrieron unos meses de nuestra viajera gota de agua hasta que, debido a la alta temperatura de un caluroso verano, en un despejado día de agosto se vio impulsada hacia el cielo, convertida en vapor de agua que ascendía suavemente y llegando en lo alto a formar parte de una magnífica nube que flotaba allí arriba majestuosamente.
No os podéis figurar las espléndidas vistas que desde allí se podían divisar. La grandiosa nube fue recorriendo en aquellos días, (o meses, que no lo sé muy bien), muchísimos países mientras daba la vuelta a nuestro maravilloso planeta azul.
Nuestra gota de agua estaba tan fascinada por el espectáculo que ni siquiera se dio cuenta de que la gran nube ascendió hasta una fría zona en la que su contenido en vapor se fue condensando otra vez en gotas de agua, que comenzaron a caer con fuerza hacia la tierra.
De aquella vertiginosa caída, la gota no recordaba nada mas que la angustia del incierto resultado de su rapidísimo viaje y así es como se encontró de repente con el impacto contra las hojas de un altísimo árbol, desde el que fue rebotando hacia abajo de rama en rama hasta encontrarse en el lugar que ahora la acogía: una verde y brillante hoja de un pequeño arbusto, cuya tendencia era a inclinarse bastante y con el consiguiente peligro de una nueva caída hacia abajo.
Y aquí es cuando nuestra gota observó un detalle que la produjo el mas extraordinario asombro: mirando a su alrededor descubrió que el lugar en que se en contraba era precisamente la orilla del maravilloso lago del que tenía tan agradables recuerdos. Una inminente caída solo la llevaría a incorporarse de nuevo en aquellas tranquilas y cristalinas aguas donde habían trascurrido los mas maravillosos meses anteriores, así es que, con gran alegría, inclinó su esférico volumen sobre la hoja que la sostenía y con suavidad fue deslizándose hacia abajo hasta llegar otra vez a incorporarse al lago en compañía de sus hermanas gotas.
No se que habrá sido de ella de ahora en adelante, pero me imagino que seguirá siendo muy feliz y realizando de vez en cuando el “ciclo del agua”, ascendiendo al cielo y volviendo a regresar a la tierra para seguir formando parte de este maravilloso “planeta azul”.
* Escrito por RAMAMAЯ - En Madrid, a 26 de enero del 2008
1 comentario:
Como la gota, vamos rodando por escenarios desconocidos, mirando asombrados lo que ocurre a nuestro alrededor hasta encontrar nuestro sitio, que nunca es el definitivo, hasta que nos convertimos en estrellas como tu amigo.
Nadie muere del todo mientras haya quien lo recuerde.
Un abrazo lleno de buenos deseos para vosotros y para vuestra nueva estrella a quien nunca conocí, pero a la que envidio, con envidia de la buena, por tener amigos como vosotros
Bibliolibre
Publicar un comentario