Abenámar y el rey don Juan «Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había. Estaba la mar en calma, 5 la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace, no debe decir mentira.» Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: 10 «No te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho 15 mi madre me lo decía: que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría. 20 «Yo te agradezco, Abenámar, aquesta tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!» «El Alhambra era, señor, 25 y la otra la mezquita; los otros los Alijares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día 30 y el día que no los labra otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, 35 castillo de gran valía.» Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: «Si tú quisieras, Granada, contigo me casaría; 40 daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.» «Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene 45 muy grande bien me quería.»(De: Antología de los mejores poetas castellanos, Rafael Mesa y López. Londres: T. Nelson,
El día que tu naciste, también había grandes señales. El mar en calma, la luna crecida y una larga espera de casi un mes desde el primer aviso.
Intentamos provocarle el parto a tu madre con un ataque de risa, a ver si por fín te decidías, la llevamos a ver " El gran dictador", nos reímos muchísimo, pero nada...¡El niño no nacía!
Tus hermanos estuvieron con los abuelos, pero nos los devolvieron,dos veces.
Por fin, estando en el examen de biología, el profesor Matillas amigo de tus padres me avisó: ¡Cuando llegues a casa tendrás un sobrino nuevo, ayer cambió la luna!
Y fue verdad, encontré a un bebé tranquilo, grande, con los ojos azules y que nunca, nunca, nunca dijo una mentira.
¡Felicidades Enrique!