Ese amor que llegó despacito
nos sorprendió jugando al ajedrez
no lo oimos llegar
¿Qué disparate?
¡Fue!
Un amor se coló en la partida
con hilos invisibles nos ató
ya no hay quién nos desate.
¿Qué locura?
¡Lo logró!
Este amor que nos fue dibujando
la sonrisa en los labios a los dos
nos volvió mejores, más felices.
¿Qué tontería más grande?
¡Ocurrió!
Un amor instalado en el tablero
jugando con los dos
nos llenaba los sueños de colores
¿Qué cosa más absurda?
¡Pasó!
Ahora que ya se acaba la partida
tu te tienes que ir
nadie pierde, esto queda en tablas.
¿Qué dolor?
¡No cierres al salir!
María Teresa Cobos Urbano. Granada Abril 2000. Copyright.