Casa de
Gino Coppedè, plaza Mincio, fuente de las ranas, inspirada en las de
las Tortugas de Bernini.
Cuando
tenía nueve años de edad me fui a estudiar a Granada con mis hermanos, allí
una de las cosas que aprendí fue a cantar y bailar “La Reja”, el
estribillo me resuena aún en mis oídos:
“Dale
que dale que dale, toma que toma que toma, que tengo una novia que
vale, más que LAS FUENTES DE ROMA”.
Nunca
entendí porqué en Granada, ciudad con tanta agua cantarina,
bailarina y fresca, envidiaba a las fuentes de Roma desde siempre,
pues el folclore es el habla de un pueblo, comprende sus mitos y sus
leyendas.
Este
verano al conocer la ciudad con casi 40ºC de temperatura, con esta
ola de calor que invade el sur de Europa, me vino a la mente la
respuesta. La ciudad a la que conducen todos los caminos encierra un
tesoro envidiado desde siempre por todas las ciudades del planeta,
las esculturas en mármol de grandes artistas e ingenieros no son más
que un lujoso marco, un barroco canto a su verdadera esencia.
Grandiosas
o humildes, sus fuentes nos ofrecen a nuestro paso el agua fresca de
su suelo, la que emana sin cesar reciclándose, purificándose, el
elixir de la vida.
Toda la
ciudad es un monumento al agua y cada fuente un poema que nos
refresca el cuerpo y el espíritu.
María Teresa Cobos Urbano. Foto de KHacini. Derechos reservados. 24/07/2015.
2 comentarios:
Diana Cobos Muy bonito como un largo trago de agua - puro, frio y refrescante.
Muy Bonito nena como la semana que hemos pasado en Roma , Verona y Venecia.. Hemos desfrutado mucho.
Tu Marido.
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