martes, 13 de abril de 2021

Crónicas de mi calle III: La Tejedora.

Hace ya más de un año que mi calle está triste, desde el comienzo de esta pandemia no se oye apenas a los niños jugando, ni a los vecinos en las puertas charlando en corros ocasionales, riendo o incluso tarareando alguna que otra copla.

Tampoco nos vemos las sonrisas, tapadas por las mascarillas, guardamos las distancias de seguridad y evitamos los roces al caminar por las estrechas aceras, sólo cuando pasan coches no hay otra solución que pararse en frente unos de otros hasta que nuevamente quede libre el camino.

Ahora con el inicio de la primavera, el buen tiempo acompaña, ya no estamos encerrados en casa como el año pasado, podemos salir, pasear y aunque el toque de queda se mantiene, los niños siguen sin verse jugando por la calle, no se escuchan sus risas ni se ven, siguen ocultas todas, las suyas y las nuestras, esperando...

Mientras, ella teje, no deja quietas sus manos, convierte el tiempo en abrigo para el invierno, calor y color, movimiento y calma; la soledad en punto de atracción, lugar donde pararse y aprender a seguir, calle, barrio y hogar; vamos ganando.