La estrecha carretera que llega a ella desde el pueblo atraviesa dos largos y escuálidos puentes con barandillas de hierro, el segundo de ellos no permite el paso de dos vehículos a la vez, en la mañana cuando voy a pasar, siempre encuentro al autobús escolar de frente, parado, cargando niños, me deja pasar y me quedo pensando en cómo tomará la angulosa curva que hay justo detrás.
El final del camino es el pantano del Chorro, agua por doquier, canalizada, y un verde intenso.
No es un bosque, los árboles no alcanzan la espesura suficiente, pero eso no quita para que podamos encontrar seres fantásticos, yo, sin ir más lejos, sin adentrarme en zona pantanosa, he topado con siete enanit@s y cuatro elf@s, todos ellos realmente fantásticos, o fantásticamente reales...(continuará)
2 comentarios:
Esos seres pequeños y fantásticos deben ser maravillosos. Sólo estamos empezando el cuento y describiendo el escenario donde comienza la aventura que durará nueve meses.
Lo bueno de este cuento es que lo escribís entre todos.
El paisaje puede ser otro personaje porque también tiene pinta de mágico y fantástico.
Muchas gracias, ya puedo empezar a imaginármelo...
Un beso
Chiqui
Hoy uno de los elfos no sé qué ha hecho con el pie que se le ha quedado el cordón de las deportivas enganchado en la silla y por poco tiene que volver a casa con la silla a cuestas, no puedes imaginar la pechá de reir...
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