miércoles, 3 de octubre de 2012

6 AÑOS


Hace ya seis años de la publicación de la novela y los relatos.
Siempre quise publicar los comentarios y críticas que hicieron de ella en el primer año, pero siempre lo pospuse por un motivo u otro, ahora cuando quedan menos de 20 ejemplares y ya no se encuentran en librerías, voy a exponerlos aquí, los que quieran añadir alguno más, lo hagan en comentarios.
Autor:Darío.
Publicado en http://www.atramentum.com (Ideal digital): 
Es difícil hablar de alguien que apenas sí conocemos, verla allí cuan grande es en su esplendor, en esa alegría que irradian los ojos cuando unos amigos se han reunido para hablar de algo que hemos realizado.
Un libro, esa historia que contamos, que estuvo mucho tiempo dándonos vuelta en la cabeza, tropezando aquí, escondiéndose allá… Un libro nunca es viejo, su anécdota, su pasaje, los personajes que en él deambulan conformando una vida que es parte de nuestra historia, del quien minuciosamente fue conformando cada estrofa, cada palabra. Pueden que no sea nuestra historia... física, real, pero es nuestra historia, es parte de lo que somos entre esos trozos de papeles y rasgos de tintas que por instantes nos alejan de la vida mundana, de la tele, de un orgasmo.
Escribir es como dar vida a un universo, crear planetas y objetos, jugar a ser Dios sin lastimar a quienes conforman la historia, estar ahí cuando el personaje lo pida y darle los giros que la trama requiera.
Cuando se tienen alas, como las que posee María Teresa Cobos, irás contra el viento, irás contra la propia vida, porque sus alas son ya y de por sí la vida que requiere.
Habrán otras presentaciones que tengan un derroche de omnipotencia, de luces y fanfarrias que atraen sin que nadie sepa por qué se está allí, en medio de todas aquellas personas que no miran al escritor, que pasan de él, porque su presencia no importa, se va a estar en moda, a lucir o a contactar. No cuenta la historia que nos cuenta el libro, no merita lo que el autor pasó para llegar a concebir semejante virtualidad que nos deja con el deseo de continuar cuando leemos Fin… aquí no, aquí hubo unas simples palabras repletas de amistad, de apoyo, de una mano amiga que supo decir Estoy contigo, hubo unas cuerdas de guitarra descargando palabras en inglés de cuando Los Beatles, que sonaron a nostalgia, a amor y el dúo de esposo e hijo retumbaron las paredes del pequeño local. Estaban los amigos presentes y distantes, un ramo de flores y un montón de Felicidades expandidas y si alguien dijera que fue simple esta presentación yo respondería con una frase de la propia autora: No te culpes de nada, pues me has dado más de lo que merecía…

Felicidades Pitufina, tú te mereces algo así. 21-12-2005.
                                      Comentarios sobre la novela:

"En el camino hacia el conocimiento de sí misma y en su búsqueda del amor y la verdad, recorrerá paisajes asombrosos, conocerá el valor de la amistad y de las palabras, aprenderá que aunque el camino esté escrito es necesario recorrerlo y se reencontrará con su espíritu perdido que vagaba por los senderos de la soledad, encontrando al  fin su propia libertad “
Herminia A. Blanco

Las alas que el viento lleva en su contra.
Con el corazón en la mano, describe la trayectoria vital de una mujer enamorada de la vida. Su búsqueda del otro resulta un camino apasionante por la senda del amor.
“Un verdadero amor, otra vez imposible, al menos sin futuro, porque yo ya no tenía futuro, estaba llamando otra vez a mi puerta, un amor tardío al que no quería dejar entrar, pero tampoco podía dejarlo fuera …”
Miguel Bueno...Piedra

Desgrana Mª Teresa Cobos, un rosario de sensaciones reales e imaginarias en “Las alas que el viento lleva en su contra”. Conduce al lector con mano sutil y aviva su curiosidad para llevarlo, a través de su prosa ágil, a un final inesperado y desconcertante.
Francisco Pérez Parra.

Tu novela me ha enseñado que ser libre no es cruzar todas las fronteras, tampoco es soledad, ni silencio, ni huida…, ser libre es sentirse libre, encontrar el punto exacto donde se encuentra la propia libertad y tener el suficiente valor para alcanzarla.
Elvira García

El nombre es como una metáfora de la vida de una mujer en la búsqueda de su propia esencia, los personajes que se relacionan con ella van cincelando en su ser un paisaje plagado de emociones, encuentros, desencuentros, conocimientos que a golpe de viento, así sea en contra, definen la esencia de una mujer, pero ante todo, de un ser humano que busca su lugar en el mundo.
Gladys Fuentes.

LA NOVELA RESUCITADA    TOMÁS SALAS  
Las alas que el viento lleva en su contra, Granada, Ediciones Parnaso, 2005
María Teresa Cobos Urbano
 
Mil veces se ha decretado la muerte de la novela. Es el género que ha estado permanentemente en crisis durante el siglo XX. De hecho, las grandes creaciones novelísticas de siglo pasado (Faulkner, Joyce, Proust) tienen algo de frutos decadentes, ese refinamiento que acaba en un bello crepúsculo y en una  pirueta complicada. Sin embargo, como un Ave Fénix, resucita una vez y otra de sus cenizas. Cuando parece que ha sido sustituida por los medios audiovisuales , sale una y otra vez a flote. Tenemos, sin salir del ámbito español, novelas que recuperan la diversión pura, la amenidad de los viejos folletones (Pérez Reverte)  o el reflejo de nuestra compleja sociedad contemporánea (Muñoz Molina, Pombo). La novela nunca muere. La contemporaneidad, la complejidad de estos tiempos nos da temas inagotables. Prueba de ello es esta narración que María Teresa Cobos saca del cajón de su despacho, donde yacía “de su dueño tal vez olvidada” como el arpa becqueriana. Esta novela lleva  un sugestivo título, que algo nos anticipa su contenido poético: Las alas que el viento lleva en su contra.
       Se ha dicho con frecuencia que la novela es un género donde todo cabe. Es cierto. Lo interno, lo externo, lo personal, lo histórico. Hay novelas, por establecer dos claras coordenadas para situarlas, más cercanas a lo histórico, al mundo exterior. Hay otras más llenas de lo personal, lo lírico. Las alas es para mí una narración que se encaja en el segundo estilo: lo interno, el personaje, la protagonista, en este caso, es el eje en torno al cual gira toda la obra. Toda ella está empapada por la visión directa de esta mujer –su protagonista- errabunda y perpleja, hija de su tiempo. Hay movimentos, viajes, cambios, personajes que aparecen  y desaparecen, pero la sensación que queda es más la de una introspección, una muestra de lo que Ortega llamaba una “psicología interesante”. Puede que en esta psicología haya algo –o mucho- de la su autora. Pero eso no nos importa. La obra pertenece ya al lector desde el momento en que sale fuera; ya no es vida privada, sino literatura de todos.
       La novela es el largo testimonio de su protagonista, una mujer que va rondando por tierras distintas, buscando no se sable qué, impulsada por una energía oculta  que ella misma ignora. Las distintas ciudades son etapas de un periplo en el que ella , como  Don Quijote, se busca a sí misma. Es la inquietud, la desazón del hombre de principios del siglo XXI, que ha perdido las viejas certezas y anda a la deriva, buscando tierra firme sobre la que asentarse y dar sentido a sus existencia.  Este cambio continuo de escenario hace que la obra sea cercana a eso que se ha llamado “la novela de aprendizaje”, en la que el protagonista va pasando por distintas etapas y situaciones y se va configurando en estas experiencias. Al final, acaba donde empieza, en la ciudad de Málaga, dando a la narración una estructura circular.
       La novela al final deja un regusto teñido de pesimismo, aunque no de desesperación. La guerra, el mal, la injusticia siguen estando presentes en el mundo. El hombre tiene que vivir con este lastre como el pájaro tiene que volar venciendo la fuerza del viento contrario. Pero el hombre –digo el pájaro- a pesar de todo sigue su vida –digo su vuelo- porque la esperanza es una obligación para él. 

María Teresa Cobos Urbano, 
Aire, agua, tierra y espuma, Publidisa, 2006
 
 
EN BUSCA DEL MITO          Tomás Salas
    
Los antiguos presocráticos querían simplificar este complejo e incompresible universo reduciéndolo a cuatro elementos primordiales: aire, agua, tierra y fuego.  A pesar de los siglos transcurridos las ideas de la antigua Hélade siguen estando presentes en nuestros hábitos mentales.  Así María Teresa Cobos recurre a esta  vetusta cosmogonía para plantear este libro de relatos. Se trata  de una colección de cinco historias heterogéneas en su estilo e intención, aunque unidas, como no podía ser menos, por el cordón umbilical de las obsesiones comunes.
Abre el libro El hijo del aire, donde se usa con maestría la recurrente argucia de mezclar fantasía y realidad, como mundos que se implican y, al final, se confunden. Recuerda este cuento la historia de Coleridge, que tanto gustaba a Borges, del hombre que se sueña con una rosa en la mano y, al despertar, comprueba perplejo que  la rosa sigue ahí.
En la misma línea de mixtura entre lo real y lo imaginario, El mar que la serpiente añora intenta explicar lo más inexplicable: la experiencia de la muerte. Se usa una identificación que también es antigua, la muerte y el mar, con una prosa que es quizá la más cuidada y poética de todos los relatos.
En Identidad asoma un humor, un sentido lúdico de la literatura que recuerda prosas de Cortázar o de Monterroso. Hasta la última línea, jugando con el lector, se  guarda la clave que todo lo explica. Demuestra como un discurso coherente puede ser absurdo si lo atribuimos al personaje equivocado.
Un mundo para Mary es un texto dispar a los demás en tema, intención y estructura. Es el único de los cinco en el que el elemento fantástico está ausente. Se palpa en él lo autobiográfico, lo personal. Desarrolla la evocación nostálgica del mundo  de la niñez; de un mundo que siempre, aunque tenga asperezas, es un paraíso perdido. Relato con un mínimo argumento (que puede definirse como una “estampa”) donde apenas pasa nada, pero donde está todo, como una pintura de naturalezas muertas en la que cada objeto tiene un poder ilimitado de evocación.
Con Yo soy la espuma se  cierra el libro. De argumento más elaborado, oímos la voz femenina (quizá este relato sólo lo podía escribir un mujer) en un mundo bronco y masculino. Otra vez lo fantástico asoma en la figura del amante que aparece y desaparece, que es ser real o un fantasma. O ambas cosas.
Relatos, pues, diversos, pero donde una misma mano se adivina con su impronta propia e intransferible. En todos parece que las cosas se contemplan como si una suave bruma velase los ojos, en una lejanía indeterminada. Si la llamada literatura realista quiere dar fe de un aquí  y ahora concretos, ¿cómo llamaremos a esta especie de relatos, que buscan, más que  lo  concreto, lo universal,  lo que resume al hombre y a sus obsesiones de siempre? Quizá la palabra “fantástico” esté algo gastada. Hay un término que creo apropiado: “mito”. Desde la antigüedad más remota la realidad es vista como algo misterioso, cuya evidencia es sólo un engaño (“un engaño a los ojos” decían los barrocos). El arte (la literatura) es un modesto medio de intentar develar este misterio. Los relatos de este libro van en busca de esta explicación. Explicación que, aunque la autora haya hecho sus pinitos en el mundo de la ciencia, no es de naturaleza  racional, sino lírica, íntima y personal y, en última instancia, mítica.

1 comentario:

María Teresa Cobos Urbano dijo...

¡Cuantos recuerdos me trae esa antigua Ciudad llamada Atramentum!