¿Habeis pensado alguna vez cuanta energía se puede perder intentando salir de un laberinto? Ahora, con la poquita energía de que dispongo no puedo meterme en ninguno de ellos, no merece la pena. Los evito. Mis laberintos son aquellas preguntas que no tienen respuestas, aquellas situaciones de las que no puedes salir indemne, aquellas relaciones que exigen un control por falta de confianza, amistades perdidas, familiares desaparecidos de tu entorno próximo, y un largo etc...de que pensarán, que habré dicho o qué habré hecho.
En cambio me interesa mucho lo inmediato, los seres que me rodean, los que conforman mi entorno, los que aunque a miles de km se hacen presentes y aquellos que con su cariño se vuelven imprescinibles.
¡No quiero laberintos! ¡Nunca venceria al Minotauro!.