La vida se abre paso, entre el cemento árido, entre los restos de ladrillos, entre las prisas, la dulce espera.
Aloja entre sus cálidas hojas, a los pajarillos que no marchan, a las ardillas que no sé bien de donde han salido, a los tímidos camaleones, a las mariposas, a los más diminutos.
Nos limpia el aire del humo de los coches, el olor lo convierte en frescor, el sol en sombra.
Y ahí resiste, día tras día, en solitario, prodigándo a nuestros ojos el maravilloso espectáculo de su belleza.
María Teresa Cobos Urbano.
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