Cuando llegué a esta casa, me dio la bienvenida con una gran maceta de olorosa hierbabuena, gracias a eso planté mi pequeño arriate y fui cultivando hierbas aromáticas y en temporada una pequeña huerta.
Ella, como muchas vecinas, tienen familiares con tierras de labor y alguna que otra casa en las afueras para caminar los fines de semana, tener animales o pasar el verano en familia.
Mi patio está muy hondo y no se ve desde la calle, empecé a poner macetas en la ventana y los balcones, flores vistosas para adornar la fachada, a veces con la rutina del trabajo se me olvida regarlas. En una ocasión se chuchurrieron todas las plantas a la vez por lo que me llevé un gran disgusto y al día siguiente una sorpresa al ver las mismas flores revividas. Creí que era un milagro la resurrección de mis flores moradas y amarillas, en cierto modo lo era, pues mi vecina había comprado exactamente las mismas macetas de los mismos colores. La verdad es un milagro tener esta vecina tan buena jardinera y tan generosa...