lunes, 11 de mayo de 2015

Crónicas de mi calle : La jardinera.

A mi vecina de al lado le gustan las plantas, al igual que las mascotas a otros, ella se siente acompañada por los especímenes del reino vegetal, más aún si tienen flores de vivos colores.
Cuando llegué a esta casa, me dio la bienvenida con una gran maceta de olorosa hierbabuena, gracias a eso planté mi pequeño arriate y fui cultivando hierbas aromáticas y en temporada una pequeña huerta.
Ella, como muchas vecinas, tienen familiares con tierras de labor y alguna que otra casa en las afueras para caminar los fines de semana, tener animales o pasar el verano en familia.
Mi patio está muy hondo y no se ve desde la calle, empecé a poner macetas en la ventana y los balcones, flores vistosas para adornar la fachada, a veces con la rutina del trabajo se me olvida regarlas. En una ocasión se chuchurrieron todas las plantas a la vez por lo que me llevé un gran disgusto y al día siguiente una sorpresa al ver las mismas flores revividas. Creí que era un milagro la resurrección de mis flores moradas y amarillas, en cierto modo lo era, pues mi vecina había comprado exactamente las mismas macetas de los mismos colores. La verdad es un milagro tener esta vecina tan buena jardinera y tan generosa...

sábado, 9 de mayo de 2015

El color de otra primavera

El color de otra primavera

Confieso que me puede el color de otra primavera
girando la cabeza, entornando los párpados
veo el gris del desencanto
seis, siete...No sé cuántos años ¡Muchos ya!
abrupto desencuentro, doloroso adiós incomprensible
ni asomo de la causa, desconfianza extrema,
dolor, desesperanza, ausencia.

Si cupiera el olvido, pero no...
La laguna del tiempo no vivido en compaña,
como en toda una vida, se rellena de aguas cenagosas,
despiden el putrefacto olor del : “me dicen que dijo o que dije”...
Y toman el color verde oscuro, marrón barro, de la desconfianza.

Atrás, mucho más atrás en el tiempo dorado,
la hierbabuena y el jazmín, de mi patio de Nerja,
el dulzón empalagoso de la arropía,
el calor de una mano que evita tu caída,
una voz que narra los cuentos conque sueñas,
aquellos que te guían por los vericuetos de la vida adulta,
sembrando tu recuerdo de útiles refranes.

Arrayán y almizcle del bosque de mi Alhambra
laberinto vegetal en el Generalife, bordeando el Darro,
Paseo de los Tristes, Fuente del Avellano,
Cinco y uno nunca estarán solos.
Los protege la risa de la ninfa de la fuente,
el embrujo del genio de la luna albaicinera.
Sortearán las piedras que obstruyen el camino,
juntas, de la mano, unidas.

Si cupiera el olvido, pero no...
Confieso que me puede el color de otra primavera.
María Teresa Cobos Urbano derechos reservados. 23/04/2015







viernes, 1 de mayo de 2015

Crónicas de mi calle: La lavandera.

Queridos seguidores de este bloc, haciendo honor a su nombre: “Letras desde Álora y Nerja” mis dos pequeñas patrias, a petición de uno de mis más fieles lectores que me pregunta siempre :
¿Porqué vives en Álora? ¿Porqué te gusta tanto?
He decidido contarles pequeños trozos de la vida de este pueblo, más concretamente de mi calle, que, aunque pequeña y estrecha, reúne un vecindario peculiar y maravilloso que hacen que cada día sea único e irrepetible.



Hoy día uno de mayo hemos salido temprano en la mañana a dar un paseo, la calle animada más que nunca, por ser festivo, un tiempo primaveral, quizás el sol sea más fuerte que ayer, ya sobran las mangas largas y faltan las gorras.
Más allá de mi calle, en el callejón, me encuentro a mi vecina viniendo hacia su casa:
      -¿Vas a ir a lavar hoy?, le pregunto,
     -¡No, hoy no! Me contesta. 
     -¡Pues me avisas cuando vayas!
Quiero ir con ella un día para verlo con mis propios ojos, porque ya es la única vecina del pueblo que va a lavar la ropa al antiguo lavadero municipal. Lo aprendió de su madre, esta de sus abuelas; tiene una lavadora en casa nuevecita sin estrenar pero está convencida que la ropa queda mucho más limpia con el agua fresca que baja del monte Hacho; las tablas de piedra para frotarla bien, las cuerdas que usan para solearla, emblanquecerla; el jabón natural neutro en pastilla, fabricado con el aceite refrito y sosa... Pero, sobretodo esto, el bonito paseo que hay desde nuestra calle hasta ese lugar en las faldas del monte Hacho, en su carrito de la compra lleva su ropa sucia, mientras camina hacia allá y la lava , estoy segura que no va sola, le acompañan los recuerdos de las mujeres de su familia y las de otras amigas de esta, creo que le van contando historias de su ya olvidada infancia y le van dando un cariño con lo que ese aparato eléctrico centrifugador y eficiente que tiene en casa no puede competir.
El próximo día que vaya he quedado en acompañarla, no para lavar, pues no sé hacerlo, pero si para escuchar todas esas historias que guardan esas fuentes, ya sabemos que el agua es una charlatana, ya os contaré...
María Teresa Cobos Urbano. Derechos Resevados. 01/05/2015.