Si
hay una calle bonita en Málaga, en Andalucía y en el mundo entero,
esta es la calle Larios.
En
el centro neurálgico de la ciudad, actualmente peatonal, siempre
animada por músicos callejeros, estátuas humanas, exposiciones
temporales de esculturas, fotografías y sobretodo muy concurrida.
Allí
se citan los jóvenes y los mayores, antes en la esquina del banco
Zaragozano, hace ya mucho tiempo, tanto que se me había olvidado
que ya no está allí ese banco ni hace esquina.
Esa
es su peculiaridad, no tiene ni una sola esquina, de abajo arriba,
sus balcones amplios y luminosos redondean los cruces de calles, el
motivo la apertura al puerto donde antaño estaban las lonjas del
pescado cuyo olor traía el viento terral, con el calor del verano se
hacía insoportable sino circulaba adecuadamente, cosa que se
consigue al ser redondas, también silba menos el aire en las noches ventosas de primavera y de
otoño.
A
finales del siglo XIX la apertura de calle Larios, celebrada el 27
de agosto de 1891, representó un cambio
definitivo en la reordenación urbana de Málaga.
Manuel
Domingo Larios y Larios (Málaga, 1836-París, 1895) II marqués de
Larios hijo de Martín y protagonista de la estatua que preside la
entrada de la calle, nombrado hijo predilecto de la ciudad no asistió
a la inauguración, murió en Paris sin dejar descendientes directos,
le sucedió en el marquesado su sobrino.
La
primera foto del diario sur una celebración de carnaval en el inicio
del siglo XX. La segunda foto la feria de día agosto del 2015.
Por
allí pasearon personajes reales e imaginarios, pasado y presente,
cada día es distinta, se disfraza de cine durante el festival, de
navidad, de feria...
Pero
siempre elegante, altiva, divertida, colorista y orgullosa porque no
tiene ni una sola esquina.
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