miércoles, 8 de febrero de 2023

Poetas Contra el Cáncer VII. Antonio Quero


 

Antonio Quero

Definirse es tan complejo como simple. Qué decir de uno mismo para que en breves palabras se refleje el alma: agradezco a la vida cuanto soy y cuanto tengo. El amor, es el arma con que siempre voy cargado, la paz me brota siempre como la sonrisa. Espero dejar algo de huella cuando me haya ido.


AHORA QUE HAS VENCIDO

A María Campos

Málaga, 5 de octubre 2003

Ahora que has vencido,

que la noche ya no es duelo,

que sólo quedan cicatrices como surcos

sobre la tierra del sacrificio.


Ahora que tu Espíritu se alza

por encima de fantasmas e ingratitudes.

Ahora que eres libre del sopor

y esa horda de estruendos en tu mente.

Ahora, María, nuevamente te escribo.


Sé que no ha sido fácil.

Ni siquiera el verano de incertidumbre,

ni siquiera la dilatada respuesta,

ni siquiera el instante mismo de cerrar los ojos

cuando el negro oscuro borra los nombres.

Nada ha sido fácil. Pero ha sido.

 

Ni todo el desierto avanzando como olas,

ni el profundo abismo en el vértice de la mañana,

frenaron el deseo de vida que llevas dentro,

la voluntad manifiesta de que siempre haces gala.


Este punto de luz que vislumbras ahora,

este brote renacido de paz y concordia,

es fruto cosechado de tu ser noble,

es caricia divina que tu sed calma.


No importa si aún quedan algunas horas,

incluso si días algunos todavía aguardan,

en que un resto de dolor te aparece en la mirada

o una lágrima efímera de repente se te escapa.


Lo peor ha pasado,

el horizonte ya no es una línea difusa,

donde los nervios o la angustia se columpian,

donde el miedo se dibuja con rostro desencajado.


Tu corazón es grande, María, y manifiesta,

el aromado jardín de las delicias,

para que corretees feliz como cuando eras niña.


Disfruta de este bello privilegio

que es tan sólo alegre primicia,

de cuanto el cielo te tiene reservado.


EL TIEMPO DE SER


Apenas se rasguña un poco la historia

y ya el dolor fluye como un río avariento;

las lágrimas caen como lluvia insaciable

y tu alma se estremece ante tanta avaricia.


No cesa de soplar ese viento

donde nos pensamos alguien,

donde nos crecemos por encima

de cualquier otro ser humano.


Es verdad que somos grandes,

pero no dejando por debajo a nadie.

Cuando realmente crecemos,

cuando realmente nos hacemos inmensos

es cuando disponemos capacidad y fuerza

al servicio de causas nobles y honestas.

Solo entonces trascendemos el mundo,

asumimos la totalidad de la vida

y somos consecuentes con la vibración más alta

de nuestra madre tierra y nuestro padre sol.


Mientras tanto, caemos hasta el fondo,

lo hermoso se marchita sin esperanza

y la luz se dilata tanto, que la sombra parece infinita

y nos envuelve hasta ahogarnos.

No somos nada o casi, creedme,

a menos que nuestro esfuerzo, nuestro gesto y modo

sea para sostener a quienes ya no pueden y caen,

y ya no ven horizonte y han perdido el camino.

Ser todo o ser nada, ser siquiera,

depende del modo en que abrimos nuestro corazón

y abrazamos con amor el mundo.

Cuando unimos la bondad al deseo, somos justos.

Y solo entonces brillamos espléndidamente.

Ya es hora de que brote

la renovada primavera de los bellos sueños

y se pronuncien como eco esas dulces voces

que están anunciando siempre la mañana de otro tiempo,

compartiendo la belleza inenarrable

de reconocernos únicos y totalmente iguales.


Antonio Quero


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