Cuando vi este anuncio
colgado en un tablón de la Plaza Baja de la Despedía, el día de la
Sopa Perota, mientras hacíamos cola para conseguir una, el
primer pensamiento que me vino a la cabeza fue
una frase que oí en una película: “ El buen vendedor es capaz de
vender una barra de hielo a un esquimal”. Y me dio risa...
Aquí en Álora tenemos
una cultura flamenca superior, de aquí han salido buenos cantaores,
cantaoras, bailaores, bailaoras y guitarristas de renombre, nos preciamos de ser la cuna de la
Malagueña y aunque nuestra Peña anda un poco sola últimamente, no
es por falta de artistas ni de afición.
Japón es un país remoto,
una isla en el corazón de Asia, una cultura ancestral del Oriente
lejano y el color celeste de la lontananza, una gran desconocida.
El
viernes, en la inauguración de la exposición de nuestro pintor
local japonés Shinji Naganawa, y digo nuestro porque lleva aquí más
de 30 años participando en muchas actividades culturales, escuché
tocar a un guitarrista flamenco Mamoru Kubo y me dejó impresionada
su técnica.
Pero fue ayer sábado en
el Teatro Cervantes cuando llegamos a la sorpresa total.
Se levantó el telón, a
media luz pudimos reconocer un tablao oscuro con seis sillas
sevillanas, tres hombres y tres mujeres vestidos de negro, ellas de
faralaes a la izquierda, ellos a la derecha dos guitarras flamencas,
una más que el viernes, que fue solista en una de las
interpretaciones intercalando estrofas clásicas al más puro estilo
andaluz y un cantaor en el centro, el único no japonés.
Empezó a sonar una
guitarra con un sonido limpio y arrogante, la otra le acompañaba,
luego las bailaoras, una por una y todas a la vez, palmas y taconeos, dándole calor con su duende al espacio,
después Dolores al cante y baile con maestría, ella es de Álora,
esposa de Shinji.
pasando a naranja
bata de cola, llenando de alegría junto con los magistrales acordes
de las acompasadas guitarras y la voz rasgada de Juanillorro, melosa
de Dolores, para acabar en blanco y totalmente iluminado el
escenario.
La gente en pie, todo el público aunado en un aplauso y
ya no era Japón ni japoneses, era flamenco puro al más clásico de
los estilos.
Era un gran espectáculo,
vibrante, brillante, luminoso y emocionante.
Gracias Shinji por darnos
a conocer esta faceta flamenca de tu país “El Imperio del Sol
Naciente”.
María Teresa Cobos Urbano. Derechos reservados.