Extraño
y tétrico verano de caritas tapadas y ojos tristes.
A
veces el silencio de las risas llenan las casas de mi pequeña calle
del pueblo,
la
Feria que normalmente era a principios de agosto, no se celebra.
La
alegría se aplaza una y otra vez, no parece que llegue, las casas,
antes siempre abiertas, esconden nuestros miedos y tristezas, puertas
cerradas al campo abierto.
Desde
el devastador marzo que nos confinó y tapó nuestras bocas apenas
celebramos, sólo la familia chica, los vecinos nos acostumbramos a
aplaudir a los valientes, los que tenían que salir a mantener el
mundo en movimiento, expresando también nuestro coraje. Tampoco
despedimos a los nuestros, guardando nuestro incurable luto tan
adentro que ahora sólo encontramos lágrimas de ausencias. Cambió
el mundo tanto, pararon los viajes y los viajeros. Pararon las
fiestas y los duelos. ¿Paró el futuro, dejándonos en un eterno
presente de sonrisas tapadas?
Y
ahora con el calor que nos ahoga un poco, vamos a celebrar con helado
de avellanas y churros, al más puro estilo “Perote” la no feria
y a inventar un futuro, vencer este corona virus que tanto nos ha
quitado, encontrar la vacuna y la alegría perdida. En Álora estamos
de No-Feria.
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