jueves, 24 de septiembre de 2015

Llegó el otoño, miremos al cielo.

 

 Ayer 23 de septiembre a las 10:21 hora peninsular, comenzó un otoño cálido y lluvioso, según las predicciones, después de un tórrido verano con 1,5ºC de temperatura más que la media. Durará esta estación 89 días y 20 horas, entrando el invierno el 22 de diciembre.
Destacar que tenemos un eclipse total de luna el día 28 de septiembre, visible desde España a las 4 de la madrugada. Este pone fin a la tétrada de estos dos últimos años de lunas de sangre. En este otoño se darán otras dos lunas llenas: 27 de octubre y 25 de noviembre.
Luna nueva, para observar mejor las estrellas serán:  13 de octubre, 11 de noviembre y 11 de diciembre.
Las manchas solares decrecen. El 25 de octubre cambiamos la hora.
 La primera lluvia de meteoros importante del otoño es la de las Dracónidas, cuyo máximo se da hacia el 8 de octubre. Otra lluvia de meteoros popular en otoño es la de de las Leónidas, que se da alrededor del 17 de noviembre y que ocasionalmente llega a ser muy intensa. La lluvia más intensa suele ser la de las Gemínidas, cuyo máximo ritmo se da alrededor del 13 de diciembre. 
Si miramos al cielo por la noche veremos:  alrededor de la estrella Polar Cisne, Casiopea, Osa Menor y Jirafa. Las constelaciones eclípticas visibles en este periodo van de Capricornio a Virgo. Por encima de la eclíptica destacarán Pegaso y Andrómeda; por debajo, Ballena y Orión, así como las estrellas Sirio y Proción. En cuanto a los planetas Venus al amanecer, Marte y Júpiter, Saturno al atardecer al principio y al amanecer en diciembre. (Ministerio de fomento)
Ya sabéis hoy el sol sale exactamente por el Este y se pone exactamente por el Oeste, el día y la noche duran lo mismo, pero a partir de mañana cada día anochecerá 3 minutos antes y amanecerá dos minutos después. Entramos en el reino de la noche, la lluvia y el viento aparecerán con más frecuencia, los frutos de otoño invadirán nuestras cestas, los árboles cambiarán su color a pardo y perderán sus hojas, nosotros cambiaremos la piel tostada del verano y empalideceremos, será agradable abrigarnos después de tanto calor y empezar a centrarnos en tareas más laboriosas, como por ejemplo los estudios.
¡Feliz Otoño! nos renovamos y no dejamos de mirar al cielo...    María Teresa Cobos Urbano.



domingo, 23 de agosto de 2015

Crónicas de mi calle Arropieros: "Angustias la churrera"

Cuando conocí a Angustias, mejor dicho el primer recuerdo que tengo de ella, es en este mercado de abastos de mi pueblo Nerja.
Tenía una churrería en una de las esquinas y en una gran sartén con muchísimo aceite hirviendo iba formando espirales de masa que emanaban de un largo embudo metálico con dos brazos, empujado por un émbolo de madera apoyado en su hombro, una vez frita por un lado le daba la vuelta con dos largos palos de madera a modo de baquetas de un gigantesco tambor, era impresionante su figura con esa poderosa arma, para una niña pequeña.
Yo la admiraba, pero también la temía. Mi poderosa imaginación, como la llamaban mis hermanas, la convertía en una luchadora de no sé que ejército de liberación, una mujer en la Fragua de Vulcano, a la imagen del artefacto se le sumaba la niebla maloliente que producía el aceite al calentarse, los vapores y el fuego aquel del hornillo que amenazaba con prender cualquier cosa, sus grandes ojos azules parecían vacíos, su vestido negro, su pelo negro recogido en un sobrio moño. Era muy seria, raramente reía pero era muy amable y agradecida con la familia, siempre que iba con mi padre a comprarle nos daba de más y añadía: ¡Llévelos don José que son muchas niñas las que tiene usted que alimentar!
Perdí su pista mucho tiempo, fue en mi época adulta cuando la reencontré de vecina, ya no tenía el puesto de churros y se ganaba la vida con la limpieza doméstica, enviudó muy joven y con pocos recursos sacó adelante a sus hijos.
Un día llegó a mi casa muy preocupada, con ojos llorosos, una carta en la mano.
-Mira niña, me ha llegado esta carta, es del banco y me da miedo que sean malas noticias. Las lágrimas asomaban a sus azules ojos sin fondo dejando ver la tormenta que empañaba su mente.
-¿Qué dice la carta? -Le pregunté de forma tan inocente que me aún hoy me sigue doliendo.
-No sé leer, nunca estuve en la escuela, soy una bruta, una ignorante, una analfabeta...
Y ese mar de lágrimas que desprendía casi me ahoga a mí.
Leí su carta, no era importante y le hice prometer que intentaría aprender a leer. Le daba mucha vergüenza que la gente lo supiera, no quería ir a la escuela de adultos, así que la acepté de alumna y ella a cambio, sin mi conocimiento, me limpiaba la casa de arriba a abajo.
Aprendió a leer y a escribir su nombre el de sus hijos y sobretodo el de su nieta.
Fue mi primera alumna en una época en que yo era azafata, aún no quería ser maestra, me quedaba mucho por aprender de este ancho mundo antes de enseñar.

Hace dos días me enteré que nos dejó, en Nerja la despidieron, yo no pude asistir a ese entierro, pero desde aquí quiero hacerle llegar a su familia y sus paisanos nerjeños que la conocieron, que era la Heroína que yo vi en mi infancia, una mujer fuerte, excepcional y trabajadora, que sacó adelante a sus hijos y nietos “a golpes de la espada en la fragua de la vida” y seguro que ya puede leer estas cartas que le mandaba para entrenarse.
¡Descansa en paz Angustias.!
María Teresa Cobos Urbano derechos reservados.

viernes, 24 de julio de 2015

Roma

Casa de Gino Coppedè, plaza Mincio, fuente de las ranas, inspirada en las de las Tortugas de Bernini.


      Cuando tenía nueve años de edad me fui a estudiar a Granada con mis hermanos, allí una de las cosas que aprendí fue a cantar y bailar “La Reja”, el estribillo me resuena aún en mis oídos:
“Dale que dale que dale, toma que toma que toma, que tengo una novia que vale, más que LAS FUENTES DE ROMA”.
     Nunca entendí porqué en Granada, ciudad con tanta agua cantarina, bailarina y fresca, envidiaba a las fuentes de Roma desde siempre, pues el folclore es el habla de un pueblo, comprende sus mitos y sus leyendas.
        Este verano al conocer la ciudad con casi 40ºC de temperatura, con esta ola de calor que invade el sur de Europa, me vino a la mente la respuesta. La ciudad a la que conducen todos los caminos encierra un tesoro envidiado desde siempre por todas las ciudades del planeta, las esculturas en mármol de grandes artistas e ingenieros no son más que un lujoso marco, un barroco canto a su verdadera esencia.
        Grandiosas o humildes, sus fuentes nos ofrecen a nuestro paso el agua fresca de su suelo, la que emana sin cesar reciclándose, purificándose, el elixir de la vida.
      Toda la ciudad es un monumento al agua y cada fuente un poema que nos refresca el cuerpo y el espíritu.
 María Teresa Cobos Urbano. Foto de KHacini. Derechos reservados. 24/07/2015.

lunes, 11 de mayo de 2015

Crónicas de mi calle : La jardinera.

A mi vecina de al lado le gustan las plantas, al igual que las mascotas a otros, ella se siente acompañada por los especímenes del reino vegetal, más aún si tienen flores de vivos colores.
Cuando llegué a esta casa, me dio la bienvenida con una gran maceta de olorosa hierbabuena, gracias a eso planté mi pequeño arriate y fui cultivando hierbas aromáticas y en temporada una pequeña huerta.
Ella, como muchas vecinas, tienen familiares con tierras de labor y alguna que otra casa en las afueras para caminar los fines de semana, tener animales o pasar el verano en familia.
Mi patio está muy hondo y no se ve desde la calle, empecé a poner macetas en la ventana y los balcones, flores vistosas para adornar la fachada, a veces con la rutina del trabajo se me olvida regarlas. En una ocasión se chuchurrieron todas las plantas a la vez por lo que me llevé un gran disgusto y al día siguiente una sorpresa al ver las mismas flores revividas. Creí que era un milagro la resurrección de mis flores moradas y amarillas, en cierto modo lo era, pues mi vecina había comprado exactamente las mismas macetas de los mismos colores. La verdad es un milagro tener esta vecina tan buena jardinera y tan generosa...

sábado, 9 de mayo de 2015

El color de otra primavera

El color de otra primavera

Confieso que me puede el color de otra primavera
girando la cabeza, entornando los párpados
veo el gris del desencanto
seis, siete...No sé cuántos años ¡Muchos ya!
abrupto desencuentro, doloroso adiós incomprensible
ni asomo de la causa, desconfianza extrema,
dolor, desesperanza, ausencia.

Si cupiera el olvido, pero no...
La laguna del tiempo no vivido en compaña,
como en toda una vida, se rellena de aguas cenagosas,
despiden el putrefacto olor del : “me dicen que dijo o que dije”...
Y toman el color verde oscuro, marrón barro, de la desconfianza.

Atrás, mucho más atrás en el tiempo dorado,
la hierbabuena y el jazmín, de mi patio de Nerja,
el dulzón empalagoso de la arropía,
el calor de una mano que evita tu caída,
una voz que narra los cuentos conque sueñas,
aquellos que te guían por los vericuetos de la vida adulta,
sembrando tu recuerdo de útiles refranes.

Arrayán y almizcle del bosque de mi Alhambra
laberinto vegetal en el Generalife, bordeando el Darro,
Paseo de los Tristes, Fuente del Avellano,
Cinco y uno nunca estarán solos.
Los protege la risa de la ninfa de la fuente,
el embrujo del genio de la luna albaicinera.
Sortearán las piedras que obstruyen el camino,
juntas, de la mano, unidas.

Si cupiera el olvido, pero no...
Confieso que me puede el color de otra primavera.
María Teresa Cobos Urbano derechos reservados. 23/04/2015